jueves, 26 de febrero de 2015

Crónica vetusta de Tribunales.

       Marina, pizpireta jovencita extremeña, matrimonió  a la temprana edad de diecinueve años con Ismael, rico labrador del sur de Cáceres, algo mayor y un tanto aburridote para la culinquieta  «… hizo vida de soltera desocupada, pésima administradora y, con abandono de sus augustas funciones de madre y esposa, asistía, sin ser acompañada de su esposo, a diversiones».

     Hasta que conoció a Luis Marí, un muchachito de su gusto, casado, pero eventualmente de rodríguez, con quien Marina ligo a todo meter, «… llegando la procesada –dice la Audiencia-, en su frívola concepción de la vida, a ir sola en el automóvil del procesado e incluso a acudir  a casa de éste en alguna ocasión,  permitiéndose asimismo familiaridades entre ellos, pero sin que se hay probado que realizaran cópula carnal, poco probable por lado, dado el carácter ligero de la procesada, aunque ésta, en su inestabilidad psíquica haya  podido decirlo a terceras personas».

     Ismael, personaje-víctima del vodevil, no reaccionó  a lo celtíbero (garrotazo y tente tieso), sino a lo civilizado. Quizá porque es así su bien natural, quizá porque reflexionó provechosamente sobre la desaparición de la antigua  excusa absolutoria, vigente hasta hace unos años, en virtud de la cual el marido burlado podía cargarse impunemente a los adúlteros.

     Ismael se querelló por delito de adulterio y la Audiencia le respondió que de delito nada, considerando, como decimos,  «… la cópula carnal poco probable dado el carácter ligero de la procesada …».  Ismael,  indignado contra tal argumentación,  recurre ente el Supremo: «… si la procesada tiene un carácter ligero –dice-, ¡con más razón esta ligereza hace posible la cópula carnal! Y más si es ella quien se lo ha dicho a otras personas».

     Mas el Supremo repite que no se ha probado que realizaran los procesados la cópula, dejando a Ismael hecho cisco.

     El Alto Tribunal tiene razón,  desde luego.  Pero de todos modos, ahí queda, un tanto inquietante, el extraño postulado de la Audiencia:  « … la cópula carnal (parece) poco probable, dado el carácter ligero de la procesada…»  ¡Ojo, pues, con las damas graves y enlutadas!

Por Justiniano (Hermano Lobo, 01/07/1972)

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