lunes, 29 de diciembre de 2008

MAMPORROS JUDICIALES (II)



Publicamos a continuación una entrevista con el analista militar Macario Peláez, excabo de la Legión y autor, entre otros interesantes ensayos, de “La toma de la Isla del Perejil. Concomitancias con la batalla de Iwo Jima” y “Actividad sexual de la tropa durante las guerras del Peloponeso”



PREGUNTA: El consejo de Guerra del CGPJ ha decidido mantener la sanción de 1500 euracos al Comandante Tirado, en vez de acordar el fusilamiento que reclamaba el AMCPMG (Alto Mando Conjunto PSOE-Ministerio-Gobierno). En su experta opinión ¿Qué repercusión puede tener este hecho en el actual conflicto?
RESPUESTA: ¡Pues que se va a armar la de San Quntín! Por otro lado, le diré si me lo permite, que es una pena que haya que suspender el show. No hay nada más apropiado para mantener la moral de la tropa y la adhesión de la población civil que un buen pelotón de ejecución al amanecer. ¡Imagínese!... el Astro Rey asomando por el horizonte mientras redoblan las campanillas, al tiempo que el Mariscal Bermejo arranca las puñetas y el huevo frito de la toga del condenado. Sublime espectáculo.
P: ¿Le ha sorprendido la decisión del Consejo Sumarísimo?
R: ¡Un huevo! Todos los expertos pensábamos que los miembros y miembras del Consejo designados por el AMCPMG votarían a favor de darle leña al mono. Cobra fuerza la opinión de un sector gubernamental de que lo apropiado hubiera sido, con carácter previo a la toma de posesión, la lobotomización de sus candidatos.
P: De las palabras pronunciadas por diversos comandantes de la potencia gubernamental es posible deducir una nueva escalada bélica ¿Dónde cree Vd. que se producirán las próximas escaramuzas?

R: Para empezar, es de esperar un ataque de la Brigada Acorazada Fiscal al mando del general Cándido Pattón Pumpido, sobre el bajo vientre del imperio Togado
P: ¿Se refiere a Vd. a la fortaleza del Tribunal Supremo?
R: ¡Xactamente! Que se preparen y empiecen a cavar, que les van a caer recursos de fragmentación por un tubo. Por otro lado, no descarto una operación anfibia, dirigida personalmente por el Mariscal Bermejo, con el objetivo de reformar el reglamento disciplinario de los Jueces.


P: Está prevista una incursión del Togado Supremo en territorio de una potencia no beligerante, en concreto el Congreso de los Diputados, pero ciertamente controlada por el Ejecutivo ¿Qué cree que puede pasar?
R: Pues que va a sufrir un bombardeo de tres pares de cojones. Ya veremos si sobrevive.
P: La Quinta Columna Mediática, sobre todo la División de Propaganda y Besos al Esferoidal Culo del Gobierno, ha demostrado en diversas ocasiones poseer una tremenda potencia de fuego ¿es de esperar que haga uso de ella el AMCPMG?
R:¿Dan leche las vacas? ¿Los funcionarios toman café? ¡Por supuesto! La propaganda populista es para los políticos como el porno. Se les pone dura. No dude que veremos a toda la infantería gubernamental asaltar a la bayoneta los medios de comunicación. Será todo un espectáculo ver como exhiben sus estandartes: “respeto a la división de poderes”, “sanción claramente insuficiente”, “exigir explicaciones”, “seria discrepancia” “el Gobierno está interpretando la voluntad de un amplio sector de la opinión pública”, etc. La pena es que no llevan una cabra delante como en la legión. Aunque, bien pensado, seguro que quien encabeza la carga es el sargento chusquero ese… ¿cómo se llama?...Si, hombre, el tío venenoso con mofletes…
P: ¿Pepiño Blanco?
R: ¡Ese! No es tan elegante como la cabra, pero da el pego.
La verdad, en la batalla mediática, el ejército Magistral no tiene nada que hacer.



P: ¿Qué respuesta cabe esperar por parte de las tropas togadas? ¿una maniobra envolvente? ¿un ataque por el flanco?
R: El bombardeo sistemático que está sufriendo de misiles tácticos corporativistas les obliga a permanecer por el momento a la defensiva y agazapados en sus covachuelas judiciales, pero no descarto lo que dice Vd,. aunque considero más probable un contraataque, apoyado en el uso de la bomba termonuclear-huelguera, por el orto ministerial…
P: ¿El orto?
R: La retaguardia, quiero decir.
P: Hablemos ahora de la población civil funcionaria. ¿Qué papel juegan en el conflicto?
R: Jugar, lo que se dice jugar, ni al parchís, oiga. Pero, ahora bien, no tenga la menor duda de que el Mariscal Ministerial tiene previsto utilizar su arma definitiva contra la armada puñeta: la NOJ. Y, claro, esto provocara daños colaterales entre los no beligerantes.
P: ¿A que se refiere exactamente?
R: Pues mire, una operación de tanta envergadura como es el lanzamiento de la NOJ presupone una previa e ingente labor de intendencia: pertrechos, transportes, reubicación de efectivos, planificación de movimientos, etc. Sin embargo con tal de joder al enemigo mucho me temo que se de luz verde al proyecto a lo bestia y… que salga lo que Dios quiera.
P: Para terminar, en su opinión ¿ha muerto definitivamente Charles Louis de Secondat?
R: ¿Mande?
P: Le hablo de el
Señor de la Bréde
R: Bre…¿que?
P: Hombre, si,
El Barón de Montesquieu
R: ¿Quién es ese tío? ¿Un mosquetero?
P: Me refiero a la división de poderes.
R:¡Ah!, eso. Y las mariposas y las abejitas liban de las flores en primavera... ¿de que higuera se ha caído Vd, amigo.? ¡ESTO ES LA GUERRA!... al Montesquieu ese, hace tiempo que le aplicaron la ley de fugas y está enterrado en alguna polvorienta cuneta con un bala del 38 incrustada en el cráneo.

domingo, 28 de diciembre de 2008

LA HIJA PRÓDIGA. Capítulo I


THRILER POR ENTREGAS CON LAS
NUEVAS AVENTURAS DEL
FUNCIONARIO-DETECTIVE
GALÍNDEZ.


Capítulo I

--Tengo una cita con el Sr. Pérez de Mondoñedo
La pelirroja recepcionista de Pérez de Mondoñedo & Asociados, el despacho de abogados más importante de la ciudad, me echó una mirada displicente de arriba a abajo y no debió quedar muy impresionada con lo que vio, ya que hizo un gesto con la mano para que me sentara y siguió hablando por teléfono. Quizás debí haberme lustrado los zapatos.
--… y entonces me invitó a cenar el monitor de esquí, un chico monísimo que se llama Borja ¿Qué dices?... ¡anda hija, que rústica eres! Él es todo un caballero…
Durante un buen rato permanecí de pie como un marmolillo peatonal, sin decir nada mientras aquel bombón no paraba de parlotear con su amiga Cuca, según puede deducir. Cuando noté que se me empezaba a dormir una pierna, saqué del bolsillo de la chaqueta una de mis tarjetas (de las que lleva una metralleta impresa en una esquina) y la deposité delicadamente sobre el escritorio al tiempo que pulsaba el conmutador del teléfono.
--…pero ¿cómo se atreve a…?
Sin darle tiempo a terminar me dirigí a un sofá de cuero verde situado al otro extremo de la sala. Una vez sentado encendí un cigarrillo con un mechero Bic desechable y cogí de una mesita auxiliar una revista dedicada al apasionante mundo de las mascotas.


--¡Vaya!, así que Vd. es detective --alcé la vista y miré a la cotorra, que me hablaba con evidente sorna mientras sostenía en su mano la tarjeta de visita --¡Oh! y además funcionario judicial. Nunca había conocido a ninguno y, es curioso, siempre los imaginé como unos hombrecillos grasientos con las uñas sucias de tinta que husmean en la basura. Veo que no me equivocaba.

Antes de que pudiera responderle con algún sarcasmo apropiado, se abrió una puerta y apareció una señora madurita, pero aún de buen ver, envuelta en un abrigo de pieles; se giró en el vano de la puerta haciendo tintinear sus innumerables pulseras y habló hacia el interior de la habitación de la que acababa de salir.
-- Y ya lo sabes, el cabronazo de mi marido puede seguir acostándose con esa niñata guarrona hasta que le dé un infarto, ¡pero tengo que quedarme hasta con los empastes de sus muelas! --tras decir esto se marchó como una exhalación
La tía borde se levantó de su asiento y accedió al interior del despacho, obsequiándome con una sonrisa burlona y un generoso meneo de trasero. Reapareció al cabo de unos segundos y dijo.
-Puede pasar… muñeco.

Aquel despacho era tan grande como una sala de vistas; tranquilo y silencioso como un Juzgado en el mes de agosto. Enormes estanterías de madera labrada ocupaban la mayor parte de las paredes, desde el suelo hasta el techo, en las que se alineaban perfectamente colocados toda clase de textos legales encuadernados en piel. Allá donde las paredes quedaban libres, colgaban enmarcados innumerables diplomas, títulos y fotografías. Las tupidas cortinas de color rojo impedían que entrara la luz exterior y un solitario flexo de pantalla verdosa situado sobre un macizo escritorio, en el que se podría jugar perfectamente al ping pong, lo iluminaba parcialmente quedando el resto de la habitación en penumbra. Una alfombra, que nada más verla daba ganas de revolcarse en ella, amortiguaba el sonido de mis pasos.
--Siéntese Sr --dijo la figura que permanecía sentada tras el escritorio, fuera del círculo de luz. Solo podía ver con nitidez unas manos cuidadas con manicura, que sostenían la tarjeta que había entregado con anterioridad a la recepcionista-- …Galíndez. ¿Sabe Vd. el motivo de su presencia aquí?
Tras decir esto se inclinó hacía adelante y entonces le pude ver con claridad.
Quien así hablaba era el honorable letrado Laureano Pérez de Mondoñedo Rocasolano, un individuo rechoncho, con el pelo cuidadosamente engominado y peinado hacia atrás, tendría unos 60 años y vestía un traje oscuro de chaqueta que probablemente valdría más que mi coche. Aquel no era un picapleitos de los que se patean todos los días las covachuelas judiciales, de hecho sólo recordaba haberle visto por allí en una sola ocasión. Ahora, eso sí, llegó en un jáguar conducido por un chófer con gorra de plato y realizó una entrada espectacular en el edificio flanqueado por dos becarías cañón con minifaldas y taconazos de aguja.
--No --contesté --El Decano me dijo que Vd. necesitaba los servicios de un investigador… y aquí estoy.
--Al grano… de lo que se trata es de averiguar con quién mantiene relaciones sentimentales mi única hija. Comprenderá que todo el asunto requiere la mayor discreción.


¡Vaya mierda! En general no me gusta hacerme cargo de asuntos de progenitores preocupados por la conducta de sus hijas. Al final suelo descubrir que las nenas son unos pendones desorejados y, ¡claro!, papaíto se resiste a aceptar que su niñita ha dejado de jugar con muñecas y ahora prefiere frotarse contra una barra metálica vertical en un casposo club de strip tease. Total, que siempre acaban despidiéndome a patadas.

Debió notar mi contrariedad porque rápidamente añadió:
-- Elvira es la hija que cualquier padre desearía. Matrículas de honor durante el bachillerato, licenciada Cum Laude en Derecho, Master en relaciones internacionales por Harvard, domina cinco idiomas, largos períodos de prácticas en los mejores despachos de abogados de Estados Unidos. En fin, una auténtica joya. Sin embargo, desde hace un mes su conducta ha cambiado. Ha abandonado los libros y sale con asiduidad, incluso por las noches. Sospecho que debe de tratarse de un asunto de pantalones… probablemente algún juez, quizás un fiscal, puede que un notario… en el peor de los casos un secretario o procurador.
--¿Qué le hace suponer tal cosa? --pregunté.
--No me siento muy orgulloso de ello, pero he de admitirle que he consultado las llamadas entrantes de su móvil y figuran cientos de ellas efectuadas desde el edificio de los Juzgados. Lamentablemente sólo aparece el número de la centralita, no el del despacho desde donde se han realizado.



Encendí un cigarrillo con un fósforo de diez centímetros, de esos que se usan para prender las chimeneas, y tras meditar un momento le hice una serie de preguntas, sin apenas darle tiempo a contestar.
--Cuando su hija sale por las mañanas ¿ha notado Vd. si al volver a casa huele a fritanga?
--Pues ahora que lo dice… sí… sobre todo a calamares fritos.
--¿Se ausenta continuamente para tomarse un café en algún bar próximo?
--Sí, pero…
--En sus conversaciones ¿abusa del uso del gerundio y utiliza con asiduidad términos extraños como escalafón, lexnet, almuerzo o cuerda floja?
--¡Sí!...
--¿Se ha aficionado a leer prensa deportiva? ¿es capaz de beber con soltura de un botijo?
--¡Cáspita!... sí, concretamente el Marca y ...
--Cuando en una serie televisiva española sale un supuesto Juzgado o el desarrollo de un juicio ¿se pone como una energúmena por su escasa verosimilitud?
--¡Cierto!...
Exhalé una buena bocanada de humo hacía el techo y con aire de seguridad dije:
--Pues olvídese de la élite, el pájaro con quien intercambia cromos su hija es un funcionario judicial de la clase de tropa.


Quizás debí ser un poco más delicado, aquello fue peor que si le hubiera dicho que su hijita del alma hacía palmitas con Jack el Destripador.
Levándose de un salto del sillón comenzó a dar vueltas por la habitación con los puños apretados y bramando como un oso borracho.
-- ¡un funcionario judicial!... ¡un funcionario judicial!... ¿no podía haber caído más bajo?, ya puestos ¿por qué no con un sindicalista? ¡Tanto años de sacrificio!... ¡tantas esperanzas puestas en que se hiciera cargo del despacho!... miles de euros gastados en su educación… para que un piojoso chupatintas lo eche todo a perder… ¡¡Me cago en la función pública y la madre que la parió!!



Siguió un buen rato mascullando maldiciones en latín, durante el cual me entretuve en mirar las fotos enmarcadas que había sobre el escritorio, Una de ellas llamó poderosamente mí atención. Se trataba obviamente de la foto de un grupo musical de los años sesenta y reconocí en uno de aquellos rostros al vociferante leguleyo con unos cuantos años menos; otra de aquellas caras me resultaba inquietamente familiar, aunque no conseguí identificarla.

Finalmente pareció recuperar la compostura y sentándose sobre el borde del escritorio se inclinó hacía mi.
--Descubra quien es el canalla y luego… bueno, ¡del resto ya me ocuparé yo! --dijo lentamente y con un extraño rictus en la boca.
La imagen de un par de excombatientes albano-kosovares equipados con puños americanos y bates de béisbol pasó fugazmente por mi mente, vaya usted a saber por qué.
--De acuerdo. Necesitaré una fotografía reciente de su hija.
De un cajón del escritorio sacó un sobre y me lo entregó. Lo guardé en el bolsillo de la chaqueta sin mirarlo.
--¿Hay algo más que deba saber? --le pregunté
--No --me contestó rápidamente.
Y, sin embargo, ¿no me pareció advertir una leve vacilación en su respuesta?
Tras estrechar su mano me dispuse a marcharme y teniendo ya asido el picaporte de la puerta, me volví y dije:
--Por cierto, en cuanto a mis honorarios
--¡Ah!, por supuesto. --me interrumpió --Supongo que seguirá siendo el habitual entre los funcionarios de justicia: ¿Un jamón y una caja de puros?


¡Rayos! Estaba claro que este hombre llevaba un buen montón de lustros sin batallar directamente con los covachueleros que pueblan los Juzgados y Tribunales.
--Sin ánimo de ofender --dije con mi más amplía sonrisa -- el jamón se lo puede regalar a las monjitas del asilo para que se lo zampen los vejetes menesterosos, y respecto a los puros… ¡mejor me callo lo que pienso que puede hacer Vd. con ellos! Yo, con que me pague 100 euros diarios más gastos, me conformo.


Me largué de allí sin darle tiempo a responder, echándole al pasar un prolongado guiño a la pelirroja de la entrada. Tras lo cual, juraría que esta escupió al suelo.



(CONTINUARÁ)

viernes, 19 de diciembre de 2008

LA OLLA

Todo el mundo a la puta calle. Esa fue la orden que recorrió las dependecias Judiciales sobre las once de la mañana. Un objeto extraño había sido localizado (o se había observado a través de las cámaras a un individuo depositarlo, la cosa no está clara) junto a la fachada del edificio. Coches y furgones de policia, calles acordonadas... y a esperar a los TEDAX. Como hacía un frio que pelaba (y aunque no lo hiciera), todo el mundo a los bares de la zona para templar los nervios y luego a tomar el sol en la plaza del Mercado Chico. Lo rumores no se hicieron esperar. Lo que parecía claro era que se trataba de una olla metida en una bolsa de plastico, y naturalmente, esto dio pie a numeros chistes y chascarrillos sobre alubias con chorizo, garbanzos y otras contundentes recetas. Finalmente resulto que el recipiente culinario estaba más vacio que la caja fuerte de una inmobiliaria. Hasta cerca de las dos de la tarde no se pudo volver a acceder al edificio.

¿Qué es lo que había pasado? Pues parece ser que un ciudadano magrebí se había encontrado en un contenedor una olla que le debió parecer cojonuda para estofar cordero, pero como tenía que asistir a un juicio, muy sensatamente, pensó que no le dejaria pasar con aquel trasto. Así que no se le ocurrió otra cosa que guardarla en una bolsa de plástico, depositandola en una esquina discreta con intención de recogerla posteriormente.

Cuando fue desalojado y vió el follón que había se había organizado alrededor de su nueva adquisición, hizo lo que quizás hubieramos hecho cualquiera de nosotros... ¡largarse de allí a toda pastilla sin decir ni mu! Dicen las crónicas que le echaron el guante en la estación de Renfe.

Por cierto, hemos consultado la noticia en diversos medios de internet y en los comentarios a la misma hemos observado que muchos ciudadanos han aprovechado la ocasión para poner una vez más a caldo (nunca mejor dicho) al funcionarado con los tópicos de siempre: vagos, inútiles, etc.

¡Ah! ¿sí?, pues esta mañana no he necesitado buscar una excusa para tocarme los ...

lunes, 15 de diciembre de 2008

¡Más madera!

Todo parece indicar que la calma chicha de la línea del frente, puede acabarse en cualquier momento tras la aprobación el pasado viernes por el Consejo de Ministros del proyecto de ley de reforma de las leyes procesales para la implantación de la Nueva Oficina Judicial. La noticia ha corrido como la pólvora a lo largo de las trincheras del ejército togado. ¿No quieres caldo? pues toma tres tazas. Ese parece ser el mensaje enviado por el Generalísimo Ministerial.

Efectivamente, en el proyecto se mantiene la atribución a los Secretarios Judiciales de la competencia para señalar vistas y juicios, cosa que a la magistratura le sienta como un tiro. Además, el CGPJ parece que definitivamente abandona la no beligerancia y añade su potencia de fuego al ejército gubernamental. Así ha solicitado información a los Jueces Decanos sobre las actuaciones judiciales supuestamente suspendidos por la celebración de Juntas de Jueces los días 21 de octubre y 21 noviembre, lo que ha provocado las suspicacias del estamento judicial ¿No se pedirá esta información para darles leña disciplinaria?

Aunque es posible que en esta nueva fase del conflicto en vez de a un atronador duelo artillero, asistamos al uso de audaces ataques de comandos o labores de contraespionaje en el nuevo escenario bélico que se abre con la tramitación parlamentaria del proyecto de ley. Eso sin descartar el uso por parte del Alto Mando Togado de su arsenal nuclear: la huelga. ¿Jueces en Huelga?... ¡la Hecatombe!

martes, 9 de diciembre de 2008

DON MARIANO EN "PRIME TIME"

De la misma forma que nunca hemos recomendamos en estas páginas visitar plantas de tratamiento de residuos sólidos urbanos o estercoleros, tampoco han tenido cabida asuntos relacionados con la caja tonta. Sin embargo en esta ocasión les anunciamos que el próximo miércoles intervendrá en el programa de TVE cincuenta y nueve segundos, D. Mariano de nuestras entretelas.

No obstante, si Vd. es un covachuelero judicial de los que se excitan con facilidad, le recomendamos que no lo vea. Teniendo en cuenta la idiosincrasia del Sr. Ministro, lo más probable que acabe Vd. cargándose su flamante televisor de un certero botellazo. Además, ya nos encargaremos nosotros de hacer posteriormente un sesudo análisis de lo que allí se diga.


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Recordaran nuestros lectores que días atrás, hacíamos una alabanza del cafetito mañanero-funcionarial y de lo beneficioso que resultaba para el correcto funcionamiento de la cosa pública. Asimismo mostrábamos nuestras reservas hacía la sustitución de la peregrinación cafeteril al establecimiento hostelero habitual, por las máquinas de café que empiezan a proliferar en las dependencias judiciales.

Pues bien, teníamos razón. Leemos en la prensa que a un funcionario de la Unión Europea en Bruselas, se le ocurrió analizar muestras de café de la máquina instalada en su oficina. Resultado: 175 partículas de níquel más de las permitidas y 16 veces el nivel máximo permitido de plomo.

En resumen, que puede ser razonable utilizar la maquinita en caso de urgencia (por ejemplo, tener una resaca como un piano) pero en ningún caso de forma habitual. ¡Todos al bar de la esquina!

domingo, 7 de diciembre de 2008

BURRADAS ARQUITECTÓNICAS


En el portal Hispania Nostra, asociación de ámbito nacional dedicada a la defensa y promoción del Patrimonio Cultural de España, hemos podido leer la grave preocupación existente por la alteración y degradación de los valores culturales y paisajísticos de Ávila. Algo, por otro lado, que no nos causa ninguna sorpresa a quienes vivimos aquí. También ofrece un revelador reportaje fotográfico al respecto. No puede faltar en este museo de los horrores el Palacio de Congresos y Exposiciones, última barbaridad cometida, y el mamotreto plantado por el Sr. Moneo en El Grande.


Estando esta Gaceta dedicada a tratar asuntos de la Cosa Justiciera, quizás más de uno se pregunte la razón de incluir aquí este tema, pero los más perspicaces de nuestros lectores lo habrán adivinado inmediatamente. Efectivamente, el edificio que alberga a los Juzgados ocupa un lugar de honor en la relación de tropelías cometidas.
Una de las fotos del reportaje de Hispania Nostra donde "destaca" la grácil y grisacea mole del edificio judiciero

jueves, 4 de diciembre de 2008

ANECDOTARIO JUDICIAL: SOBRE ALGUNOS PATRONÍMICOS.


¿Se ha quedado Vd. alguna vez sin respiración intentado pronunciar en voz alta y de corrido determinados apellidos de ciudadanos de la Europa del Este? Pues esto le suele pasar a más de un Auxiliar Judicial cuando se asoma a la puerta de la Sala de Vistas y llama a los participantes en un juicio. Nadie podría imaginarse que existieran tantas consonantes en el alfabeto... ¡y que pudieran ir todas juntas!

Por otro lado, es inevitable en más de una ocasión no dejar de sorprenderse con los nombres propios que ostentan muchos paisanos latinoamericanos. No obstante uno puede entender aquellos que, como Washington o Lincoln, encarnan una serie de valores positivos: libertad, emancipación, etc. Incluso aquellos otros patronímicos que, inevitablemente, asociamos a telenovelas cursilonas o a adaptaciones más o menos conseguidas de nombres anglosajones. La televisión y el Imperio tienen una influencia formidable. (Por supuesto en España no hemos sido ajenos a este fenómeno)

Pues bien, todo este rollo nos sirve de introducción para contar un chascarrillo al respecto.

Comparece un natural de un país hermano del otro lado del Atlántico en el Juzgado de Guardia para realizar una presentación quincenal. El funcionario que atiende la ventanilla sin levantar la vista del ordenador le pide con gesto rutinario el NIE. Se pone a tecletear los datos que constan en el mismo: "Veamos, apellidos"... digamos que unos de rancio abolengo castellano de uso común. "Nombre"... ¡HITLER!... sobresaltado levanta la vista y, afortunadamente, el fulano no luce flequillo ni un característico bigotito. De hecho no tiene ninguna pinta teutónica. Más bien es bajito y con una simpática cara coloradota. Se acaba de tranquilizar del todo cuando comprueba con alivio que el Sr. Hitler firma por unas Diligencias Previas que se siguen, por ejemplo, en un Juzgado de Albacete y no en el Tribunal de Nuremberg. O en el Central de Garzón, ya puestos.

Y nos preguntamos ¿Qué narices puede llevar a unos padres, allá en el Altiplano, a imponer ese nombre a su hijo? La única explicación que se nos ocurres (aunque nos cueste) es la ignorancia respecto a lo que representa. Quizás lo oyeron en alguna parte y les sonó bien.

Aunque sí de lo que se trata es de ser original, no deja de ser una buena idea. Yo a mi próximo hijo, si es niño, le llamaré Belcebú, Pilatos o Judas. ¿Y si es niña?... ¡pues como su madre!

martes, 2 de diciembre de 2008

FUNCIONARIADO Y CAFE: USO Y TRANSCENDENCIA

Estamos asistiendo últimamente a una avalancha de informes acuerdos, planes, dictámenes, proyectos, etc. emitidos por los más diversos órganos competentes en la Administración de Justicia y conducentes a la reforma y modernización de ésta. Tiempo habrá de analizarlos en profundidad, pero hay una cuestión que, a nuestro juicio, no ha merecido el debido interés por parte de las instituciones. Nos referimos concretamente al ancestral (y denostado por el vulgo) cafelito de media mañana.

Somos conscientes de que la legendaria capacidad de los servidores públicos para absorber, ya sea por vía bucal o intravenosa, asombrosas cantidades de café (quizás en igualdad de condiciones con la supuesta habilidad para desmaterializarse antes de la hora oficial de salida), es argumento para cientos de chistes y críticas, fruto todo ello de la ignorancia sobre la realidad funcionarial, pero es nuestra intención demostrar la vital importancia que para un correcto funcionamiento de la Justicia tiene la ingesta cafeteril.

Numerosos y eruditos estudios independientes han ponderado los beneficios que aporta al servicio público la tradición que nos ocupa, pero para que produzca sus salutíferos efectos es imprescindible que se ciña al estricto protocolo y pomposidad que el devenir de los siglos ha ido forjando. Solemnidad que, por cierto, deja a la ceremonia del té japonés a la altura de un banquete vikingo.

En primer lugar el ceremonial exige salir en grupo y, por supuesto, al exterior de las dependencias judiciales. No hay mayor herejía que practicar la comunión cafeteril de pie frente a un diabólico armatoste mecánico y utilizando un vaso de plástico, material propicio para la manufactura de orinales pero no para la elaboración de recipientes dignos de contener el oscuro néctar. En caso de urgencia, la doctrina sin embargo, admite el uso de un botijo o porrón.

Por lo que se refiere a la naturaleza del grupo, es aconsejable la mezcla de géneros, así se amplían los temas a abordar durante la tertulia que acompaña a las libaciones. Está comprobado que si todos los cofrades pertenecen al mismo sexo, se acaba inevitablemente hablando de tallas de fajas o de las experiencias en el proctólogo, asuntos poco enriquecedores y que influyen negativamente en el rendimiento laboral de los sujetos funcionariales. Es aconsejable además que los participantes, a modo de terapia grupal o catarsis colectiva, despellejen sin piedad a otros compañeros ausentes. Siempre será preferible desahogarse con gente de confianza, criticando la burrez de alguno o su innata inclinación a sobarse las gónadas durante toda la jornada, que acabar tirándole una impresora a la cabeza.
Respecto a los complementos alimenticios, la etiqueta impone que sean de aquellos que asustan a las arterias: grasientos churros, cazuelitas de callos, etc.… Está demostrado que la ingesta de croisants, brioches y bollería fina provoca en los individuos justicieros un estado similar al de fumarse un par de porros bien cargados: somnolencia, apatía o risa histérica irrefrenable y, consecuentemente, falta de rendimiento en el trabajo cotidiano No obstante hay algún caso en que es excusable no tomar productos tan consistentes. Pensemos, por ejemplo, en determinadas féminas sometidas a la dieta del melocotón y que se contentan con mirar enfermizamente a los torreznos cochineros que se ha pedido algún compañero o en el Sr. Petit, cuyo estómago a estas alturas sólo admite las hamburguesas del Burriking.

En definitiva, queridos lectores cafeinómanos, se impone presionar a la Administración para que la práctica usanza a la que nos hemos venido refiriendo, sea objeto del oportuno reconocimiento y protección (similar a la Monarquía o la Catedral de Burgos), yendo su regulación más allá de la imposición de un grosero límite temporal para su disfrute y…¡las once! perdonen que les dejemos, pero es la hora de tomarse un torrefacto cargadito en la Posada de la Fruta.

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ECOS DE SOCIEDAD

NATALICIOS.- Nuestra más cordial enhorabuena a Alfonsito, probo funcionario salmantino destinado en el Juzgado nº 3 de los de esta capital, que recientemente ha sido padre de un tierno querubín, al que se le impondrá el nombre de Víctor, Felicitación que, por supuesto, hacemos extensible a su Sra. esposa.

Aprovechamos estas líneas para emplazar al novel papá para que nos aclare un punto del e-mail que remitió a su compinche Sr. Petit y que ha causado una cierta polémica. En concreto, la controversia se refiere a sendas magnitudes que el progenitor menciona con evidente orgullo en su misiva: La expresada en kilogramos no parece ofrecer ninguna duda. Sin embargo, y este es el punto que genera confusión, la enunciada en centímetros… ¿se refiere al bebé en su conjunto o a una parte muy específica de su anatomía?

INCORPORACIONES.- Damos nuestra más cordial bienvenida al colectivo funcionero de Ávila a Armando, mocetón vallisoletano viejo conocido de esta sede judicial por haber prestado sus impagables servicios en el Juzgado nº 1 hace unos años. Y nos ha dicho un pajarito, que su regreso tiene mucho que ver con el hecho de que su tierno corazoncito ha sido delicadamente espachurrado por una dama abulense.
¡¡Qué bonito es el amor…!!

domingo, 30 de noviembre de 2008

NUEVA OFICINA JUDICIAL: SERÁFICO SALVADOR O ÁNGEL EXTERMINADOR

Por el Reverendo Padre Sotanillos, asesor espiritual de los Juzgados Abulenses.
¡Arrepentíos de vuestros pecados! ¡Rogad a Dios por vuestra salvación eterna! ¡El Apocalipsis está próximo!

Resulta, hijos míos, que reunidos en santo sínodo sendas comisiones del ministerio y CGPJ, han alcanzado el acuerdo de poner en marcha la divina Nueva Oficina Judicial en el plazo de… ¡UN AÑO!

Nadie que se llame cristiano puede negar la imperiosa necesidad de que tan venerable institución sea consagrada, pero humildemente nos inquieta esta súbita urgencia. ¿Pretenden los Santos Padres que creamos que lo que no fueron capaces de hacer en un lustro lo van a llevar a la práctica en un año? ¿Es Don Mariano el nuevo Moisés que guiará a la tribu judiciera en la travesía del desierto hasta alcanzar la oficina prometida? ¿No ha actuado más bien hasta ahora como el faraón que les quiere hacer picadillo?

¿Están ya elaboradas las relaciones de puestos de trabajo? ¿Se sabe como se desarrollará el proceso de selección para los mismos? Si en resolver un miserable concurso de traslado se tiran un año y medio, da miedo pensar la que se puede montar para recolocar a todos los monaguillos.

¿Estarán listas las aplicaciones informáticas para que la nueva liturgia funcione adecuadamente? ¿Se aprobarán a tiempo por el Cónclave Congresero las reformas de los ritos procesales? ¿Están planificadas las obras que habrá que acometer en los templos y catedrales justicieras, imprescindibles para acoger a las novedosas agrupaciones cofrades? ¿Se ha pensado en que será necesario impartir cursillos catecuménicos de formación? ¿Existe el limbo?

No tenemos las respuestas a estos interrogantes y a otros muchos que se nos ocurren. Y probablemente ni el propio Mosén Bermejo las tenga. Más bien nos inclinamos humildemente a pensar que ha decidido precipitar los acontecimientos para intentar desactivar los anatemas y amenazas de excomunión (abandono de los púlpitos, incluido) que está recibiendo por parte de los obispos togados y salvar su beatífico culo una vez más. Incluso parece ser que ha decidido aparcar por el momento algunas de sus obsesiones personales, tales como los Consejos Autonómicos o la Justicia de proximidad, asuntos que a la mayoría de los Togados les huele a azufre.
¡Que Dios nos pille confesados!

domingo, 23 de noviembre de 2008

Don Mariano en Ávila

El pasado día 18 tuvo lugar en la entrega de la Raimunda al Secretario de la Audiencia Provincial de Ávila D. Arturo Mateos Antón, condecoración que le fue impuesta por D. Mariano, a la sazón Ministro de la cosa Justiciera. Para cubrir tal evento enviamos a uno de nuestros reporteros con el reto de hacerse unas fotos con el Sr. Ministro o alternativamente de este rodeado de unos cuantos funcioneros audiencieros. Por motivos laborales no pudo acudir al acto de la imposición, así que decidió ir directamente al afamado establecimiento de esta capital La Posada de la Fruta donde posteriormente se sirvió un ágape.


Lamentablemente parece que el gacetillero prestó más atención a las tapas de pulpo, a los torreznos y a unas deliciosas croquetitas que a lo que ocurría a su alrededor. En definitiva, cuando quiso desenfundar la cámara se encontró con que el Sr. Fernández Bermejo había hecho mutis por el foro (lo cierto es que no debió estar allí más de cinco minutos)

Para arreglarlo se dedicó a sacar fotos a troche y moche pero, aunque alega que la cámara era nueva y todavía no la domina, resulta que las instantáneas que sacó eran una auténtica mierda: borrosas, movidas, primeros planos de coronillas o de pies… Nos inclinamos a pensar que el Ribera del Duero y las cervecitas tuvieron más que ver con el desastre que cuestiones técnicas propiamente dichas.

Funcioneros Audiencieros con distintos grados de intoxicación etílica

martes, 18 de noviembre de 2008

ANECDOTARIO JUDICIAL: BURREANDO

Soporífera jornada de juicios de faltas, todos ellos sobre asuntos intrascendentes. Media mañana, denuncia por insultos de un señor contra otro vecino de su mismo pueblo, del que discretamente omitiremos el nombre.

Actúa como testigo la esposa del denunciado. La señora tiene desparpajo y no se muestra nada cohibida. Niega categóricamente los insultos, añadiendo de propina que el denunciante es un borrachuzo con mala fama en el pueblo, alude igualmente a otras denuncias anteriores y “… además es mentira que le tiráramos un cantazo a la cabeza“. La señora ha cogido carrerilla y ya no hay que la pare “… y en la romería estaba borracho perdido porqué se había bebido todo el vino del Santo” (en esta cuestión, insiste varias veces). El Juzgador intenta cortarla, pero está lanzada y aún le da tiempo, y esto es lo bueno, a sentenciar “…y hace unos días le pillaron en el pueblo follándose a una burra!” ¡zambomba! De forma similar a cuando en un concierto sinfónico el señor de los platillos pega un buen golpe con sus instrumentos, esta frase tuvo la virtud de desperezar a todo el mundo. Hasta el veterano Auxiliar Judicial que dormitaba en el fondo de la Sala, acostumbrado a oir todo tipo de barbaridades, se enderezó de repente pegando un brinco. Lamentablemente para el espectáculo, ahora sí, y de forma rotunda, el tribunal consiguió acallar a la indiscreta. En fin, nos quedamos sin saber más detalles del asunto, tales como si el fogoso paisano tuvo que utilizar un taburete o, quizás, una escalera de mano, dependiendo de la alzada.

No somos nadie para cuestionar las ancestrales y pintorescas tradiciones de un pueblo, ya sea la forma de tocar la dulzaina o las apetencias sexuales de los lugareños, pero hay algo que nos llama la atención. Por la forma de decirlo parece desprenderse que, aunque a la señora le parecía feo y rechazable eso de beneficiarse a un cuadrúpedo, sin embargo no es algo que le causara sorpresa. Vamos, que entra dentro de lo normal. Nosotros, por si las moscas, hemos decidido la próxima vez que hagamos una ruta a caballo, evitar el pueblecito de marras.

Ahora una cuestión de índole procesal. ¿No debió el Tribunal deducir un testimonio de lo allí manifestado sobre la supuesta coyunda? ¿No sería apropiado hacer el oportuno ofrecimiento de acciones al propietario de la burra? O mejor aun, a la propia burra. ¡Algo tendrá que decir al respecto! Si hubo consentimiento… o algo así.

Y para acabar ¿pero es que sigue habiendo pollinos en los pueblos? Creíamos que se habían extinguido, como los dinosaurios.

jueves, 13 de noviembre de 2008

Historia del Funcionariado contada por sus protagonistas. Capítulo II: Atenas

¿Cuál es el Juicio más famoso de la historia? ¿El Rey Salomón terciando con aquel par de histéricas que litigaban por un bebé llorón? ¿los de Sancho Panza ejerciendo de Gobernador en la Ínsula Barataria? ¿el caso Dreyfuss durante la Tercera República Francesa y el célebre “yo acuso” de Zola? ¿Nuremberg? Casos sin importancia comparados con la que se montó en Atenas durante el proceso contra Sócrates… y yo, ¡estaba allí!

Pero primero, permítanme que me presente. Nací allá por el año 388 A.C. en un pueblucho de Tracia que tuvo la fortuna de ser elegido por los Espartanos para celebrar una de sus habituales fiestorras. Los lugareños estaban invitados a las celebraciones, aunque su participación en ella solía ser más bien pasiva. Básicamente consistía en dejarse descuartizar por alguno de aquellos muchachotes necesitados de tonificar los músculos. Pero las juergas no son gratis, así que las mujeres y los niños (incluido yo) fueron enviados a algún alegre mercado de Asia Menor. En resumen, fui comprado por la polis de Atenas por un puñado de dracmas y de esta manera adquirí la condición de esclavo público, es decir, funcionario de la Gran Democracia. Gracias a Zeus tenía un buen número en el escalafón, así que en vez de acabar en las minas fui destinado a los Tribunales.

Antes de que me compadezcan han que tener en cuenta que la condición de esclavo no significaba llevar una vida de perro. De hecho un servidor vivía mejor que muchos supuestos ciudadanos libres que se deslomaban bajo el sol cultivando cebollas. Y eso que el trabajo en los tribunales no faltaba, puesto que una de las pasiones de los atenienses era precisamente el pleitear (incluso el gran comediógrafo Aristófanes escribió una obra burlándose de esta auténtica manía: “Las Avispas”). Las otras grandes aficiones del personal eran: 1. Acudir al agora y ver como un montón de filósofos frikis se zurraban a base de aforismos, al tiempo que se levantaban las túnicas y lanzaban sonoras ventosidades. 2. Contemplar (y lo que se terciara) a jovencitos bien untados en aceite, poniendo posturitas en la palestra. 3. El Teatro.

Lo primero que hay que decir de la Justicia Ateniense es que no existían los jueces profesionales, así que al principio de cada año procedíamos a un sorteo para elegir a seis mil fulanos que formaban la Heliea (bueno, se supone que esta especie de rifa la tenían que realizar los llamados Secre…, digo, Arcontes, pero como podían delegar en nosotros… ya se pueden imaginar). Luego, de este depósito extraíamos los quinientos jueces de cada proceso. Pero para evitar que los imputados pudieran sobornarlos, este segundo sorteo se realizaba la misma mañana del juicio. Así que en realidad más parecíamos los Niños de San Ildefonso que otra cosa.

La cosa contada así parece muy fácil, pero la realidad era mucho más complicada. Ya he dicho que a los Atenienses les pirraba todo este asunto de los juicios y si además recibían tres óbolos por actuar de jueces, pues ya se pueden imaginar el tumulto que organizaban los aspirantes ante las urnas de los sorteos. Para evitar nuestro linchamiento extendíamos ante nosotros una cuerda bien gorda recién embadurnada con pintura roja (la cuerda bermeja). Al cretino que se le pillaba con manchas de pintura, se le castigaba con un año de privación de sus derechos ciudadanos. (Algunos funcionarios de los actuales Registros Civiles están pensando muy seriamente proponer al Ministerio la reintroducción de este sistema)

Otra de mis funciones consistía en acudir de vez en cuando al agora y comprobar los nombres que los ciudadanos escribian en el óstracon (un pedrusco). Si un individuo alcanzaba las seis mil denuncias, no le quedaba otra que exiliarse durante cinco o diez años. ¿Se imaginan que estuviera en vigor este procedimiento? Seguro que no quedaba un político en España.


Pero volvamos a Sócrates. Este filósofo con fama de calzonazos (o calzorras) fue acusado de impiedad. Cosa rara porque a los atenienses los temas religiosos les solía importar un pito. En realidad todo parece indicar que tras todo este asunto estaba la intención de algunos poderosos de quitarse de en medio a un tío bocazas. Es decir, igualito a lo que sucede en la actualidad.

¿Se imaginan un juicio a una celebrity, por ejemplo, La Pantoja? Pues eso, salvando las distancias, es lo que ocurrió con Sócrates. Menudo follón. Tras los correspondientes sorteos y el preceptivo tentempié mañanero, en mi caso, un yogur (griego, naturalmente) y un puñado de aceitunas negras, se dio inicio a la sesión. Como no existía la figura del Fiscal (un tornillo suelto dentro de una maquina, según una definición) ni tampoco la de Abogado defensor (una maquina parlante a la que le falta algún tornillo, según otra definición) eran los propios acusadores y acusado los que hablaban, así que la cosa era bastante ágil. ¿La sentencia? condena de muerte bebiendo cicuta. Sobre todo por ponerse chulo con el tribunal.

En fin queridos lectores, en Atenas se produjo una evidente sofisticación en la Administración de Justicia respecto a las civilizaciones anteriores (los egipcios, mesopotámicos y culturas similares, no llegaron a desprenderse del todo de un cierto olor a chotuno) y sobre todo, una innegable sencillez en los procedimientos. Hasta que llegaron los Romanos y se empeñaron en dar el coñazo con su manía de codificar y reglamentarlo todo.

martes, 11 de noviembre de 2008

EXPEDIENTES A HUELGUEROS

PUBLICAMOS A CONTINUACIÓN UN CORREO QUE HEMOS RECIBIDO
El presente escrito tiene como objeto poner en su conocimiento una situación que consideramos injusta, y que a continuación pasamos a exponer:


A raíz de la pasada huelga que llevaron a cabo los funcionarios de la Administración de Justicia durante los meses de febrero y marzo, el Ministerio de Justicia abrió cuatro expedientes disciplinarios a otros tantos funcionarios, que prestan servicios en diferentes ciudades del llamado “territorio no transferido”, cuyas competencias en esta materia son exclusivas del citado Ministerio.




La instrucción de dichos expedientes sancionadores se inició por la “terrible e injustificable” falta de renunciar al cumplimiento de los servicios mínimos impuestos, al estar el servicio cubierto, en cada uno de los juzgados afectados, por otros “compañeros” que no secundaban la huelga. Esta práctica tan controvertida se repitió a lo largo y ancho de todo el territorio en huelga durante este periodo, pero estos compañeros tuvieron la mala fortuna de ser denunciados por sus superiores, no se sabe muy bien con qué objeto; desde luego, queda claro que en ningún caso el servicio mínimo quedaba desatendido, puesto que los funcionarios que no secundaban la huelga hacían imposible este extremo. Hay que decir que existen sentencias al respecto, que señalan con toda claridad que los servicios mínimos no son nominales, de ahí la extrañeza que levantó la medida del Ministerio de incoar estos expedientes disciplinarios contra los cuatro funcionarios en cuestión.




Durante las reuniones que sindicatos y Ministerio mantuvieron para tratar este asunto, e intentar llegar a una solución, el Ministerio se negó en todo momento a cerrar dichos expedientes, si bien se comprometió a, llegado el caso, confirmar las decisiones que al respecto adoptasen los instructores de las causas abiertas. Pues bien, los secretarios-instructores acordaron ARCHIVAR todos los expedientes. Sin embargo, el Ministerio, una vez más, rompiendo la palabra dada y escudándose ahora en defectos de forma en la instrucción, han reenviado los casos a sus instructores, con la consiguiente indignación y sorpresa tanto de los afectados, como de todos los que hemos tenido conocimiento de tales hechos.




Expuestos los hechos, consideramos que la postura mantenida por el Ministerio responde más a un deseo de venganza o escarmiento público (del que, por cierto, en las últimas semanas ya ha hecho alarde con la Secretaria del Juzgado de lo Penal de Sevilla, del tristemente famoso caso Mari-Luz), que a una idea de justicia e imparcialidad.




Por todo ello, queremos hacer pública nuestra indignación, pedimos que el Ministerio cese de una vez su persecución contra aquellos que tan sólo pretendían luchar por una causa justa, que por una vez, cumpla los compromisos adquiridos con los representantes de los trabajadores y que los cuatro compañeros que están sufriendo esta absurda caza de brujas se vean libres de este sin sentido que ya dura demasiado tiempo.

viernes, 7 de noviembre de 2008

¡SE ACABÓ LA FIESTA!

No puedo demorarlo más. Hace un rato el cajero automático ha triturado mi última tarjeta de crédito y enseguida comenzaré a recibir llamadas telefónicas de financieras con extravagantes nombres. De poco vale culpar a banqueros, empresarios, promotores, especuladores, políticos y demás criaturas depredadoras de la puñetera crisis, además ¿no se supone que soy una persona adulta? ¿no me uní alegremente a esta orgía desenfrenada?

¡Ah!, qué tiempos aquellos en los que en el Banco me hacían sentir como el Sultán de Brunei y afirmaban que “no fuera tonto”, que era una estupidez dar una entrada tan gorda; que no había ningún problema en hipotecar por una cantidad mayor y, además, “¿no ha pensado que Vd. y su esposa se merecen unas vacaciones en Cayo Coco?” Como charlatanes de feria desgranaban que estaban dispuestos a darme, no el 80, ni el 90, ni siquiera el 100, sino el 120% del valor de tasación, porque “sabemos que una vivienda nueva trae consigo muchos gastos”. Además, me decían en confianza, “el color de su coche no hace juego con la fachada de la casa” y “no querrá que sus nuevos vecinos piensen que es Vd. un pobretón, ¿no?” “querrá que le inviten a las barbacoas”
Y yo, como un gilipollas, no les dije que no. Hice entrega de una birria de dinero para la entrada y me fui a ese sitio hortera 15 días. Y me compré la tanqueta-vive-la-aventura más grande que había en el concesionario, sobre todo para restregársela por las narices a la bruja de mi cuñada. Por supuesto regalé todos mis viejos muebles (en perfecto estado de revista) y electrodomésticos a un fulano que pasaba por allí y me traje media tienda de Ikea. Y me compré un televisor de plasma más grande que una mesa de ping-pong. Y la mesa de ping-pong, también. Y como a mi mujer no le gustaba el color de las habitaciones, las volvimos a pintar, y ya puestos, cambiamos los inodoros por unos de estilo zen. ¿Los muebles de la cocina?, ¡a la basura con ellos! Instalamos una italiana de diseño que da pena cocinar en ella. Que sí unos molduritas por aquí, que una tarima de nogal por allá… y un pastón en enanos-de-diseño-exclusivos-pintados-a-mano para el jardín y la terraza. Vamos, que prácticamente tiramos la casa abajo y la volvimos a hacer.

¡Tempores jocundus! Con que alegría me compre aquel chándal superfashion y una mega-pala profesional para estrenar adecuadamente la flamante pista de padle, aunque he de admitir que sólo la pisé aquella primera vez. ¡Para que vamos a engañarnos!, lo mío es el mus. Por no hablar de la bicicleta de aleación de poliuretano y accesorios en acero nikelado que era una auténtica virguería, tan nuevecita. Y lo sigue estando, ya que al subir la primera cuesta  casi escupo un  pulmón, así que no la he vuelto a tocar.

Estoy pensando muy seriamente proponer en la próxima junta de propietarios cubrir la piscina y utilizarla para cultivar champiñones (total, cuando se mete la gorda del 5º, ya no cabe nadie más) y en cuanto a las zonas ajardinadas ¿qué tal unas bancadas con patatas y cebollinos? ¿o quizás criar un par de cerdos?

Finalmente estoy en el Banco… y el simpático empleado que siempre me atendía con una amplia sonrisa, me daba palmaditas en la espalda e incluso se interesaba por la salud de mi suegra, ahora me mira con gesto adusto y permanece impasible sentado tras su escritorio mientras le cuento una milonga. Observo con extrañeza que mantiene su mano derecha sobre la superficie de la mesa, muy próxima a una abultada carpeta, bajo la cual asoma ligeramente lo que parece el cañón de una Magnun calibre 44. Será por sí pretendo pedir dinero… digo yo.

domingo, 2 de noviembre de 2008

Historia del Funcionariado contada por sus protagonistas. Capítulo I: Mesopotamía.

¿Han oído hablar Vds. del Código de Hammurabi? Efectivamente, me refiero a esa estela de basalto negro de 2,25 m. de altura en el que figura grabado en caracteres cuneiformes el que se considera el primer corpus legal del que se tiene noticia. Pues bien, yo, Petitnumppal, hijo de Mamón y nieto de Tabuco, fui el protofuncionario al que le tocó labrar el pedrusco de marras. Y esta es mi historia.

Nací en el año 1750 AC en Babilonia. No, no me refiero a ese club de carretera del Km.12 de la Autopista A-7, sino a la antigua ciudad de Mesopotamia, esa región situada en lo que es el actual Irak, que por entonces no era ese sitio donde el personal se dedica a escabechinarse mutuamente con frenesí, sino que era ¡quien te ha visto y quien te ve! la cuna de la civilización. En aquellos años la civilización Sumeria era la que partía la pana y uno de los rasgos de cualquier sociedad que se llame civilizada es la especialización en diversas actividades de grupos de población: alfareros, herreros, sexadores de pollos, etc. Y por supuesto, funcionarios.

Siendo mis padres campesinos, la única alternativa a seguir cultivando berzas y cuidando cabras toda mi vida era el ejército o el sacerdocio. Y no apeteciéndome que algún bárbaro hitita me partiera en dos de un hachazo, ni pasarme el día degollando ovejas y escrutando sus entrañas, decidí un buen día apuntarme a una novedosa y extravagante actividad, surgida de la necesidad de administrar una sociedad compleja como ya era la Sumeria: el funcionariado.

No obstante, siendo yo un romántico, siempre he imaginado que los empleados públicos han existido desde el momento en que las primeras criaturas gorilaceas se bajaron de los árboles y sus interacciones sociales fueron un poco más allá de despiojarse u olerse el trasero unos a otros. Enseguida y para evitar el caos, alguno de aquellos tíos peludos que mostraba mayor capacidad (la de sostener la cachiporra más gorda, en concreto), debió erigirse en jefe del grupo. Ipso facto, algún individuo flacucho y con problemas de autoestima se ofrecería a prestarle todo tipo de servicios a cambio de seguridad y algún que otro hueso de mamut roído. Aquel Jefe moriría accidentalmente al derrumbarse un dolmen, precisamente cuando pasaba bajo el mismo, siendo rápidamente reemplazado por un individuo de semejantes características. Y nuestro burócrata ancestral seguiría ejerciendo su actividad bajo la nueva autoridad, como si no hubiera pasado nada.. Y así sucesivamente. De tal guisa surgió un nuevo rasgo característico del empleo público: la permanencia en el tiempo.

Como decía, abracé con entusiasmo la condición de servidor público y fui destinado al negociado de Justicia y Puniciones Varias. Allí nos dedicábamos a rellenar cientos de tablillas de arcilla con disposiciones legales, edictos, laudos, proverbios, aforismos y cosas así. No era un trabajo fatigoso. Se cogía una tableta de arcilla húmeda y con un palito se grababan los caracteres cuneiformes. Pronto aprendí que si se añadía al barro una boñiga de vaca se conseguía una escritura más suave. Luego, vuelta y vuelta en el horno y listo (Para hacerse una idea de aquello, agarre Vd. una gallina. Seguidamente hágala deambular un buen rato sobre una superficie de barro húmedo de 1 m X 1 m. aproximadamente. Retire la gallina. Observe con atención las impresiones que han dejado en la superficie las extremidades inferiores de la susodicha ave ¡Pues eso es la escritura cuneiforme! De hecho, las mejores páginas de la literatura Sumeria se escribieron utilizando este método).

Ya por entonces se había instituido otra de las características propias del funcionariado: el cafelito de media mañana. Aunque claro, todavía no existía tal excelsa bebida, así que en alegre procesión marchábamos al Zigurat a tomar infusiones de cardo borriquero o vinillo de la ribera del Eufrates. Se supone que sólo teníamos para este menester el tiempo que tardaba en vaciarse de arena la parte superior de un reloj, pero no costó mucho sustituir la fina arena original por un puñado de garbanzos.

Rodeado de montañas de tablillas transcurrían lentamente los lustros hasta que un aciago día el Sumo Sacerdote y Consejero Real Bermejosis, entró en nuestra covachuela con el rostro más avinagrado de lo normal. Tras llamarnos “excrementos de dromedario, vagos y chupatablillas” nos dijo que Hammurabi I, hijo de Zetapenoteph Pepis, Rey de Sumer, Acadia y las Cuatro Regiones, tras una noche de farra se le había ocurrido redactar una serie de normas legales y nosotros, hijos bastardos de un coyote tiñoso, nos íbamos a ocupar de transcribirlas para su público conocimiento. Ahora bien, Bermejosis estaba decidido a suprimir las caducas tablillas de la Administración de Justicia y por lo tanto deberíamos grabar las leyes en columnas pétreas, que serían colocadas en lugares públicos, entradas de las ciudades y caminos. Así los mesopotámicos dejarían de hacerse los nórdicos, escaqueándose del cumplimiento de las leyes con la excusa de no saber, por ejemplo, que cortar la cabeza de un esclavo manumitido era punible.

Naturalmente protestamos alegando que ese cometido era propio del negociado de los picapedreros, que además se pasaban el día jugando al mus por falta de faena. Protestas que rápidamente se acallaron, ante la amenaza de ser trasladados de forma fulminante al departamento de los Eunucos. Lo que suponía el consiguiente cursillo acelerado de adaptación, es decir, el traumático cisma de nuestros amados genitales.

En fin, que nos pusimos como locos a burilar las dichosas leyes en aquellos piedrolos, encabezados por la figura del Rey Hammurabi en alegre cháchara con el Dios Sol Shamash. ¡Vaya diarrea legislativa la del buen señor! Se podía haber fijado en Moisés, que con diez mandamientitos de nada ¡menudo éxito ha tenido el tío! Pues nada, 282 disposiciones se sacó de la manga. Ahora bien, el meño que se conserva en el museo del Louvre ¡no responde exactamente al texto original!

Resulta que Hammurabi I tenía unas costumbres un tanto relajadas. De hecho su aspecto era… ¿cómo les diría?... ¿Han visto la película 300? ¿recuerdan a Jerjes, el Rey Persa? Pues esas pintas de drag queen pasada de rosca eran las que lucía ese rey de reyes en la intimidad. Así que no es de extrañar que algunos de los artículos del Código me parecieran escandalosos. Por ejemplo: “el que yaciera con más de dos cabras a la vez, será arrojado al agua” (con sus correspondientes cocodrilos. Esto no lo dice pero se sobreentiende) o “quien sodomizare al buey propiedad de un vecino sin su consentimiento (el del vecino), será a su vez sodomizado por él (por el buey)”.

¿Qué imagen de los Sumeríos, de los Acadios y demás pueblos mesopotámicos van a tener las generaciones posteriores cuando lean esto? me preguntaba con desazón. Traicionando mis improntas funcionariales me dediqué a sustituir las menciones a ovejas, cabras, pollinos, cuadrúpedos en general y algún tipo de crustaceo, por el vocablo “mujer”, lo cual me parecía más correcto. Ya sé que desde el punto de vista actual no parece muy apropiado, pero les diré en mi descargo que en aquellos tiempos el estatus social de una vaca y el de una mujer no se diferenciaba en exceso. De hecho la forma de escribir ambos vocablos era prácticamente el mismo.

En resumen, de Código de Hammurabi nada de nada. Yo, Petitnumpal, fui el autor material e intelectual del cascajo y en calidad de tal, exijo la oportuna rectificación e inscribir en letras de molde mi nombre en los anales de la humanidad ¡El Código de Petitnumpal! ¡Toma ya!, que bien suena.

martes, 28 de octubre de 2008

PENSIONAZO: P.S.C.

El famoso PENSIONAZO nos ha traido a la memoria una anécdota sobre las antiguas Tasas Judiciales que relata la Magistrado Manuela Carmena en uno de sus libros (Crónica de un desorden: Notas Para Reinventar La Justicia. Alianza Actualidad. Libro, por cierto, que presté hace años y sí te he visto no me acuerto). Cuenta que habiendo tomado posesión, a principios de la década de los años ochenta, en uno de los Juzgados de Primera Instancia de Madrid, observó que en las liquidaciones de las ya desaparecidas Tasas Judiciales, aparecía con asiduidad un concepto identificado con las siglas P.S.C. y al que correspondía siempre una modestísima cantidad. Hay que aclarar que en las dichosas tasas se incluían un buen montón de conceptos, los cuales se habían ido incorporando con el transcurso de los años. Debido a ello, la mayoría se identificaban por medio de siglas, abreviaturas o mención a los artículos de las normas legales que los creaban. Aquello era como intentar descifrar un jeroglífico y el conocimiento del significado de los diferentes apartados se había perdido en la noche de los tiempos.

Intrigada, nuestra Juez protagonista decidió finalmente preguntar a un Oficial veterano, de aquellos que manejaban los vetustos juzgados como auténticos Emperadores Mogoles, a que se refería el dichoso P.S.C. Tranquilamente, con mas conchas que un galápago y sin cortarse un pelo, le respondió: “Pues mire Vd., Señoria, P.S.C. significa POR SI CUELA”.

Y esto mismo es lo que debe haber pensado el Sr. Solbes sobre el PENSIONAZO. Total, ¿convocar el Pacto de Toledo? ¿negociación?... ¡Uff!, que pereza. Mejor el recorte pensionero se camufla entre la hojarasca presupuestaria… ¡¡POR SI CUELA!!

lunes, 27 de octubre de 2008

CRONICÓN DEL PENSIONAZO

Por el Licenciado Cristoval de Villarroel, del Consejo de su Magestad, escribano y súcubo.

¡Expolio! ¡saqueo! ¡pillaje! ¡latrocinio!... ¡tóquense las campanas a arrebato!, ¡préndanse las hogueras de las atalayas!... ¡rapiña! ¡estafa! ¡escamoteo!... escuchen los escribanos, amanuenses y alguaciles de las covachuelas judicieras, las graves nuevas que aquí les traigo. No se trata en aquesta ocasión de naos de las Indias apresadas por corsarios de la Pérfida Albión, ni calvinistas flamencos armando follón, ni siquiera incursiones de piratas berberiscos en costas levantinas. Se anuncia en esta ocasión turbios manejos del Tesorero Real licenciado Solbes para dar un mordisco a las magras pensiones de aquellos funcioneros que, con menos de 20 años en las covachuelas, vieranse obligados por enfermedad o aciago destino a ingresar en las filas del gremio de las Clases Pasivas. Y no es corto el tajo, no señor. Dicen que un 20 % de los caudales se quiere incautar el insigne atracador y sí a otras labores el pasivo desea su tiempo ocupar, otro 25% de propina tiene que soltar.

¡Que perfidia!... ¡que mamón! Y el Ilustre Abuelo Cebolleta ni siquiera tiene la hidalguía de decirlo en bando público y con redoble de tambores para que nadie a engaño se pueda llamar. ¡Quia!, allí, en secreto, bien escondidito entre los cientos de legajos, capítulos, balances, cuenta, y sudokus de esos Presupuestos Generales del Estado que más bien parecen las Cuentas del Gran Capitán. En las disposiciones adicionales…¡bien al final!, en suposición maniquea que ni Dios las leerá ha ubicado la trapisonda.

Aun resuenan en nuestros oidos las lindezas dichas por el valido real José Luis de Zetape, la criatura menerre, el calzorras, el campeón de la ampliación de derechos: ¡Ni un recorte! ¡Decretazos, como hizo el del bigote, nunca más! ¡Transparencia! ¡Negociación!...

¿Qué están las arcas vacías? ¿Qué hay que salvar a los Fugger o a Maese Botín? Pues ¿por que no empiezan por las pensiones de los Señores Diputados de las Cortes?. Si ya lo se, esto es pura demagogia , pero ¿no es cierto que con 8 años de bancada les queda una vitalicia pensión y de las gordas, incluido carruaje y postillón? Y nos dice la sesera que parecida o análoga situación tendrán las Ilustrísimas que ocupan similar posición en las Asambleas Provincianas y Alcaldías de Casa y Corte. Un buen solomillo de ahí se podrá sacar. Sumemoslé a esos doblones, los que se pueden ahorrar si recortan cortesanos de libre designación y esa pléyade de asesores, saltibamquis, bufones, lameculos, tragasables, Altos Cargos y otras criaturas que pueblan los despachos. (630 asesores se rumorea que tiene el Gran Zp… ¡Vive Dios! que no debe haber ciencia y disciplina humana o Divina que quede fuera del potencial asesoramiento, ya sea el arte etrusco o la forma más apropiada de peinarse las cejas)

Y aunque pueda parecer que a quien más afecta este ataque bandolero por las nalgas es a Migueletes, Guardias de Corps y miembros de la Santa Hermandad, ya saben queridos covachueleros lo que dice el refrán: "cuando las barbas de tu vecino veas…" ¿Qué estas hecho una pera? ¿Qué como un mulo estás? Pues el destino es traicionero y cualquier día, no más, te puede ¡Zas! caer un archivador en el melón o agarrar una intolerancia supina al covachueleo y ¡hala! directo a la pasiva cesantía.

viernes, 24 de octubre de 2008

MAMPORROS JUDICIALES




Hemos asistido los covachuelistas judiciales desde un lugar privilegiado al intenso intercambio artillero entre la coalición Secretariado-Magistratura y el Ministerio: obuses de todos los calibres surcando el aire sobre nuestras cabezas y, como en las películas sobre la Segunda Guerra Mundial o la del Vietnam, llevando impresos expresivos mensajes para el enemigo. Aunque en este caso no se trata de imágenes de sugerentes Pin-Up ligeritas de ropa o frases del tipo «jòdete charly», por el contrario se pudo observar misiles del tipo Bermejo Dimisión, respondido por unos pepinos del calibre 38 alusivos al corporativismo, lo que provocó a su vez una rápida respuesta en forma de bombas V-2 sobre intolerables presiones al CGPJ, por no hablar de la bomba de fragmentación nadie es intocable.

Sin entrar en los aspectos más políticos de la controversia, en lo que ambos contendientes parecen estar de acuerdo es en el estado comatoso de la Administración de Justicia, o al menos, en parte de ella. Incluso parecen coincidir en la solución, es decir, cambiar la estructura decimonónica de la organización judicial.

Y si todo esto ya se planteó hace un montón de años, e incluso se llegó a un pacto para llevarlo a cabo, ¿alguien nos puede explicar la razón que D. Mariano y su inmediato antecesor no hayan hecho nada al respecto durante los últimos cinco años? Relaciones de puestos de trabajo, modificaciones en las leyes procesales, acondicionamiento de las dependencias, coordinación con las CCAA… ¿Se ha hecho algo? ¿o es que lo llevan en secreto en el Ministerio para darnos una sorpresita?

Ya puede el Sr. Ministro seguir anunciando a bombo y platillo fabulooooosos Minervas que pegan un bocinazo cuando se termina un plazo o alucinantes Lexneses que propiciarán que el único papel presente en los Juzgados sea el higiénico, que mientras los Juzgados no dejen de ser compartimentos estancos, todo esto no dejan de ser meros parches. En suma, ¿de que vale que me proporcionen un Porsche, si luego tengo que conducirlo por un camino de cabras?

jueves, 16 de octubre de 2008

COTILLEOS TECNOLÓGICOS.

















Días atrás la rutina del trabajo en diversos Juzgados de los de esta capital, se vio interrumpida por la llegada de un repartidor de una empresa de mensajería que depositó unas enormes cajas. Se arremolinaron, como niños alrededor de una tarta de cumpleaños, los funcioneros preguntándose que contendría aquel misterioso envoltorio: ¿un botijo para cada sección?... ¿la discografía completa y autobiografía del Ministro ye-ye?... ¿un minibar?... “es una impresora”, comentó alguien con displicencia, lo que provocó que todo el mundo perdiera el interés.


Pero uno de nuestros redactores, fiel seguidor del periodismo de investigación, observó con detenimiento el cajón. “Que impresora ni que leches, es un pedazo de ESCANER más grande que mi nevera no-frost” (en este uso de la hipérbole se dejó notar la influencia en el Juzgado de una compañera andaluza, recientemente incorporada).

Esto provocó un animado debate: “¿y quien se va a ocupar del escaneo?”, “¿Dice algo el reglamento al respecto?”, “¿Alguien me puede explicar que coño es un escáner?"... "¿y para que sirve?”...

LEXNET, ¡la divinidad que devora a sus propios hijos! ¡el quinto jinete del Apocalipsis!, se cierne sobre nuestras cabezas.

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