lunes, 27 de octubre de 2014

Los casos del Inspector Pomeroy: Concurso de traslados letal.



    La funcionaria Renata Palomeque apareció  un día asesinada en las dependencias del juzgado cuevachuelista y de lo mercachiflero nº 1. Cuando la policía  consigue derribar la puerta de acceso a la oficina “que había sido  tapiada con cincuenta archivadores que contenían los procedimientos mercachifles correspondientes al año 2013”, contempla la estremecedora escena: La señorita  Palomeque sentada inmóvil parece contemplar la pantalla de ordenador que hay sobre el escritorio. Las primeras hipótesis apuntan a un caso de autolisis, sin embargo el posterior y minucioso informe forense detalla que a la víctima le falta la cabeza. Esta, finalmente, es localizada debajo del mostrador, justo al lado del botijo.

   En consecuencia, se baraja la posible comisión de un crimen, aunque sin descartar del todo que la estatutaria dejará su cabeza debajo del mostrador para no impresionarse con el acto que iba a realizar o se suicidara y posteriormente la colocará allí para despistar.

     ¿Se ha autoescabechado la Srta. Palomeque?, si la han asesinado ¿quién ha sido el trapisondista? ¿Por qué la mató? Sólo hay una débil pista: cagarrutas de cabra esparcidas por toda la estancia… y la cabra autora de las deposiciones.

      El inspector Valdemar Pomeroy se hace cargo de las investigaciones y en 24 horas detiene al culpable. ¿Quién es el matarife? ¿Cómo pudo descubrirlo el célebre inspector.?

     Nada más entrar en la oficina,  y tras un  simple vistazo al escritorio de la asesinada, el inspector Pomeroy aseguró categóricamente:

- La difunta era zurda,  esto explicaría la extraña posición del ratón respecto al teclado, ergo el  asesino debe ser diestro. Además, de la presencia de la cabra se deduce que el asesino es de pueblo, baila zumba y le gusta Sergio Dalma. 

     Por otro lado la Srta. Palomeque era la eminencia en esta covachuela de los codicilios concursaleros y,  según tengo entendido, se marchaba dentro de unos días trasladada a la Audiencia Provincial. Esto significa que hasta que se incorpore el sustituto alguno de sus colegas tendrá que hacerse cargo del marronazo.  Para que la canallada sea mayor  resulta que el suplente resultón de Renata proviene de un Juzgado de Paz, así que al afortunado que le toque el baile está de mierda hasta las cejas. Esto es motivo suficiente para que te entren ganas de arrancar el páncreas o cortarle la cabeza a alguien y, consecuentemente, cualquiera de los funcionarios de este juzgado tenía un móvil para defenestrar a la señorita Palomeque. Ademas,  a tenor del arcaico código de honor por el que se rigen estos individuos,  la víctima  era una perraca traidora, una rata que abandona el barco en pleno zafarrancho de combate para irse a comer queso en un cementerio de elefantes.

     No obstante, la prueba de cargo definitiva es la cabra. Si en un principio podría pensarse que fue olvidada por el asesino en su precipitada huida, los restos de los expedientes que se ha merendado permiten deducir que la dejó aquí con un propósito. Fíjense, ¡exclusivamente se ha zampado los procedimientos mercachifleros acabados en las cifras 4, 5 y 6! O la chiva es un remilgada en sus gustos gastronómicos o ha sido aleccionada al efecto. Apuesto por lo segundo. Es parecido al complot, recientemente descubierto en Sevilla, en el que el PSOE-A planeaba introducir en el juzgado de la Magistrada Alaya unos cuantos miles de ejemplares de lepidoptherus antrophofaghus vulgaris, una especie de polilla mutante capaz de reducir el sumario de los ERE a polvillo y excremento polillero en un par de horas.

     En definitiva, el asesino  es el funcionario de este juzgado que sea diestro, de pueblo, quema grasas con el zumba, tramita los expedientes de la jurisdicción mercachiflera acabados en 4, 5 y 6 y, en el colmo de la depravación, escucha  a Sergio Dalma.

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