martes, 10 de diciembre de 2019

Rock, Disco Music y Código Penal. Crónicas vetustas


        Laureado Sr. Director.
       
       Siendo notoria la labor de la publicación que tan dignamente dirige en la defensa de la legalidad y la buenas costumbres melómanas, vengo a poner en su conocimiento un gravísimo hecho por si estima oportuno deducir testimonio al Ministerio Fiscal y evitar que el mismo quede impune.
     
      Recordará sin duda Vd. que muchos mozalbetes que transitaban de la infancia a la adolescencia durante el primer lustro de los años setenta, y como decía aquel long play editado a comienzos de la década por la CBS (un doble a 300 pesetas ¡una ganga!) tenían la cabeza llena de Rock, mostraban ciertamente preferencias respecto a sus diversos géneros. Pero había una causa común a todos ellos. ¿La lucha antifranquista? ¿el erotismo soft? ¿Charles Bukowski y/o Marcial Lafuente Estefanía? Pues no; El odio ilimitado, y me quedo corto, a la aborrecible, deleznable, execrable, repelente y abominable música disco y todo lo que representaba.


     Ahora los estilos musicales son más difusos pero en aquellos años, o al menos así parecía, todo estaba mucho más definido. Al  lado enrrollado, el rock en general, el folk, el blues, la música progresiva, algún rarito aficionado al jazz... En la parte antediluviana, la música melódica, el petardeo estival, el folclorismo verbenero, la vecina del tercero arrancándose con el porrompompero... musiquillas estas a las que se prestaba una displicente indiferencia o se toleraban como el desagradable zumbido de las moscas en un merendero. 

     Sin embargo la disco, como anticipaba, provocaba irresistibles impulsos en derramar accidentalmente el vaso de bebida en los ajustadísimos (en la zona noble y retaguardia) y acampanados pantalones amarillos del Travolta de saldo, tomar el pelo a esas damiselas que sorbían san francisco, perfecto amor y otros combinados aún más cursis que ellas...  ¡lanzar una granada de neutrones contra la cabina del disc jockey bufón de turno... jo, todavía me enciendo! Calma, calma, ¡OTAN fuera!... imagine all the people...

     Y llegados a este punto dirá Vd. que ya tenemos el rock y la disco ¿y donde está el ilícito penal?

    Pues resulta, y aquí viene lo criminal, que he recibido de forma anónima, aunque intuyo que lo ha remitido una ex novia de la época y con la más que probable intención de provocarme un infarto o un ictus repentino,  un vídeo donde se mezcla ¡¡¡Deep Purple con The Bee Gees!!! No sospechaba que transcurridos tantos años me siguiera guardando tírria.

     Permitirá que regrese a los años setenta y le explique lo acontecido aquella noche aciaga, origen del supuesto agravio, en la que la resentida afirmó que el tarzanesco e incendiario guitarrista Ted Nugent era un energúmeno con actitud fascista haciendo música fascista para fascistas con encefalograma cerebral plano. ¡Y no se quedó ahí la cosa! Añadió de propina que el disco de Yes (doble) que le había prestado con el anhelo de compartir mi sensibilidad a flor de piel, Cuentos de Océanos Topográficos (se titula así, lo juro), tenía un portada chula pero que era el vinilo más truño, pretencioso, ridículo, vácuo e insoportable que había escuchado en su vida. Remató la escena confesando ¡chúpate esa! que presidía en secreto el club de fans local de Baccara. Aquello me destrozó el corazón... y le mandé a freír espárragos. Al menos así lo recuerdo. 

     Circulan otras versiones apócrifas, de dudosa credibilidad, que sostienen que fue ¡¡la muy perra!! ella la que me dio el finiquito harta de monsergas musicales y talibanismo estilístico y me sustituyó (junto con mí Vespino) por un chuleta piscinero que, si bien no sabía distinguir a Robert Plant de María Ostiz, suplía su ignorancia con la posesión de una  Bultaco Lobito de 250 c.c.  Afirman estas fuentes que durante varios meses adopté la actitud de la Dama de las Camelias y, en el colmo de la chifladura de enamorado pasaportado, me dio por escuchar bossa nova sin parar. Es leyenda un curioso fenómeno que sucedió en esas fechas: la súbita aparición de un merodeador nocturno con pasamontañas que se dedicaba a rajar los neumáticos de determinadas motocicletas del barrio. Lo de la bossa nova, rotundamente, lo desmiento.

     

     Lo gracioso es que la vengadora tenía toda la razón en lo de Ted Nugent (no olvidemos que la criatura salía al escenario calzado con botas camperas y un taparrabos como única indumentaria)... bueno, y también en lo de Yes. ¡Menudo empalagoso el alfeñique de Jon Anderson y compañía! Por fortuna no le presté el LP en solitario de Rick Wakeman, teclista del grupo, The Six Wives Of Henry VIII; obra cumbre del ladrillo indigerible y el mortero monocapa que aún conservo y utilizo habitualmente como bandeja para servir el sushi. Seguro que me hubiera degollado con el. 

     Tras este interludio, volvamos a la prueba de convicción. 

   Ciertamente un vídeo editado cutremente y con resultados sonrojantes no resulta ninguna novedad y abundan sobremanera en la red. Y, si bien la mayoría de sus autores no parece que sean merecedores de un reproche penal severo, en defensa de la humanidad debería contemplarse la posibilidad de incoar algún que otro expediente de internamiento psiquiátrico involuntario.

    Pero en este caso no nos hallamos ante la manipulación de un chimpancé descontrolado. Suena demasiado bien. Lo cosa encaja. El autor debe ser un delincuente profesional, sin descartar la participación de la Mafia Calabresa, la Yakuza o la SGAE. Se han aislado voces y bases instrumentales, retocado afinaciones o tonalidades y mezclado todo ello hasta conseguir un resultado sorprendente. ¡Y eso es lo grave!

        Dejo en sus manos la calificación de los hechos, si bien considero que lo apropiado sería rebelión o sedición aunque, visto lo visto, la cosa está un poco difícil. Subsidiariamente, un delito contra los sentimientos musicales. Y ya puestos, de traición, genocidio, lesa humanidad, piratería, corrupción de cincuentones, allanamiento de pabellón auditivo o  trata de seres humanos. En última instancia, un delito contra la flora, fauna y animales domésticos. Debería Vd. ver como aúlla mi perro y lo mustios que se quedan los geranios tras una audición de ring my bell. Y ahí me planto.

       Sin más dilación, le muestro el vídeo de marras. ¡Y por el santo riff!, no se pierda el final.

       Atentamente, El Bárbaro del Ritmo.



          P.D. ¡Vendo, regalo, presto! vinilos en perfecto estado de Rock Sínfónico/Progresivo.

 Ejemplos: Camel (muy apropiados para la consulta de un dentista, jardín de infancia o juzgado de lo contencioso administrativo), Génesis (salvo en los que está Peter Gabriel, por supuesto), Emerson Lake And Palmer (excepto el triple en directo, que mi mujer me obliga a escucharlo enterito cada vez que me comporto mal), Yes (excelentes, sobre todo a partir de Relayer, como repelente de insectos o ahuyentar las visitas inoportunas),  Tangerin Dream (todo un hit en habitaciones acolchadas de ciertos establecimientos sanitarios), The Alans Parsons Proyect (Sin desprecintar. Debe ser un regalo del abuelo Ramón por mí cumpleaños; entró en un tienda de discos y, aturdido por los decibelios, pilló lo primero que vio. Es la única explicación pausible de su posesión), Van Der Graaf Generator (estos llevan de regalo la discografía completa, en transcripción atonal o dodecafónica a elegir, de Gaby, Fofó y Miliki), y así todo. 


jueves, 5 de diciembre de 2019

Consultorio teológico procesal del Padre Sotanillos



 

  A la atención del Reverendísimo Padre Sotanillos.
 
 Teniendo conocimiento que en esa prestigiosa publicación ejerce vuecencia la labor de asesor espiritual, la fama de eminente jurisconsulto que le precede y la impresión que me produjo la lectura de su revelador y monumental ensayo "El abandono del refajo en capitales de provincia durante el Franquismo Tardío: el acabose de la civilización occidental", me permito remitirle la presente misiva solicitando consejo respecto a una duda que me acongoja profesional, espiritual y teológicamente y que paso a exponer sin más dilación.

     Resulta que tramito una demanda civil interpuesta por un caballero que dice actuar en nombre de una pía institución eclesiástica, de la que discretamente omitiremos su nombre. Y para acreditar la representación se acompaña una escueta certificación, bula o anatema expedida por, nada más y nada menos, que el  Canciller del Archipámpano de la Diócesis y en la que se contienen sentencias tales que "...teniendo constancia de que las cualidades que concurren en su persona son las exigidas para la formación de profesionales cristianos...", "...el más atento acompañamiento en el itinerario académico y la maduración de la fe...", "...le ruego ponga el mayor empeño en la misión que se le encomienda...", etc.  

    Entenderá su eminencia que el hecho de dudar por un momento de la rectitud de un señor al que adornan tales virtudes cristianas me parezca constitutivo de un pecado mortal y, como el Derecho Canónico y el Catecismo del Padre Ripalda los tengo algo oxidados, ruégole me aconseje si doy por bueno el meritado documento o requiero para subsanar la representación que se dice ostentar.
       
             Este asunto me tiene sumamente trastornado e incluso me provoca extrañas pesadillas en la que mi mujer siempre me engaña con un terrorista yihadista.

           Atentamente suyo, Vicente.


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           Estimado hijo.

       Sinceramente, no entiendo sus dudas ¿es Vd. luterano por casualidad? ¿un hippie melenudo y postconciliar?...¡Por supuesto que resulta acreditada la representación! O si le parece mandamos un recadito al Altísimo, con lo atareado que está siempre, para que se pase por el juzgado para otorgar un apud acta o por la notaría; cosa, por otro lado, que puede hacer ipso facto cuando le salga de las nasus puesto que es omnipresente, omnipotente y megaubicuo.

       Como lo suyo me parece una merluzada venial me inclinaba por imponerle una penitencia leve, como recitar cincuenta veces el título II del Libro I del Código Penal, pero tras revisar sus antecedentes he observado con dolor que ha asistido al curso de mindfulness recientemente celebrado. ¡Salvajes levantinos invocando a Luzbel mientras rasguean el sitar y aporrean los bongos, a eso me suena el curso ese!

        Así que sepa que se encuentra inscrito para los ejercicios espirituales convocados, a instancia de Nos, por el Ministerio y que tendrán lugar próximamente en el monasterio que regentan los Frailes Descalzos de Clases Pasivas en Calvalaburra del Secarral, pintoresca localidad de justa fama por sus legumbres y cucurbitáceas.  ¿Técnicas de relajación  y una actitud más distendida en el trabajo? ¡¡Pues ya verá Vd. y sus condiscípulos cuando fray Bonifacio desempolve la vara con la que ha desasnado infantes durante los últimos sesenta años lo que es mejorar el sistema límbico!! ¿Quedó satisfecho con  las prácticas de los paganos e idólatras orientales adaptadas a nuestro estilo de vida?...  pues tras cinco horas escardando cebollinos en el huerto del cenobio y otras tantas despedrando sacos de lentejas le puedo asegurar que adquirirá un control emocional a lo bestia y meditará como un bendito en el catre.

       Y para que no se diga que soy excesivamente severo y trabucaire, y en lo sucesivo no caiga Vd. en tentaciones procesales potencialmente heréticas, le adjunto (para que vea que estoy al tanto de los avances del siglo)  el enlace donde descargarse mí último opúsculo "Códex Sacerdos Sotanillianus Consultum: guía rápida de tramitación procesal para mentecatos y neocatecúmenos". Se lo ofrezco sin estipendio a cambio alguno pero puede depositar un óbolo en el cepillo de su parroquia habitual. Piense en los menesterosos y no sea rácano.

     En cuando a lo de su mujer, el asunto es ciertamente grave. Vigile estrechamente a todos los terroristas yihadistas que conozca... y suerte.

       Pater Sotanillos

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