Tenemos el honor los funcionarios judiciales de retozar a diario en una de las más recientes atrocidades urbanísticas perpetradas en Ávila: El edificio de los Juzgados de la C/Vallespín.
Hasta el cenutrio más insensible se daba cuenta al contemplar la ciudad desde el mirador de “los cuatro postes” que aquella mole grisácea debía de haber sido arrojada allí por algún gigante legendario y bromista, o puede que por una nave del espacio exterior pilotada por extraterrestres gamberros.
Pues bien, descartado el uso de la dinamita, parece que se ha decidido hacer algo para remediar en lo posible la bofetada visual del mamotreto jurídico.
¿Que se está haciendo? Pues dividiendo la fachada mamarracha en figuras geométricas y pintando éstas en diferentes tonalidades. Una vez que se retiren los andamios podremos juzgar, aunque da la impresión de que el invento funciona y algo ha mejorado la situación.
Ahora, lo del tejado metálico sigue siendo un delito de lesa humanidad.
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