
Los ciudadanos podrán escoger entre una "cara verde", si han quedado satisfechos con el trato recibido, una "cara amarilla", si tienen dudas, y una "cara roja" si el trato recibido ha sido mediocre.
Fuentes del Ministerio han expresado su deseo de que antes de que finalice el año se instalen entre 50.000 y 100.000 pantallas y han afirmado que se trata de "una pequeña gran revolución cultural" con la que espera que "se generalice la cultura de la valoración". "No será un gran hermano, sino una forma de control experimental y voluntaria de la administración pública", precisando que esta medida no será un "modo de criminalizar a los empleados" aunque las valoraciones podrán ser utilizadas como "un criterio a la hora de premiarles".

Imaginemos que el sistema se implantara en la Administración de Justicia ¿Alguien duda que ganaría el rojo por goleada? Y no lo decimos porque entre los funcioneros judiciales abunden más los individuos garbanceros, cerriles, soeces, inciviles o groseros que en el resto de las administraciones (a Dios ponemos por testigo que conocemos a más de uno), sino por otro tipo de cuestiones.
Para empezar, en general no existe un servicio de "atención al público", es decir, unos fulanos masoquistas dedicados en exclusiva a tal menester. Si esto es así, es más fácil que tales individuos pueden permitirse estar escuchando durante veinte minutos a un pelmazo o permanecer con cara de póker mientras les insultan. Se supone que es su trabajo. Por el contrario, si mientras atiendes al ciudadano-plasta, con el rabillo del ojo observas como el cabronazo del Auxiliar Judicial no ceja en su empeño de amontonar papeles sobre tu mesa, no para de sonar el teléfono, un procurador-mosca-cojonera orbita a tu alrededor para resolver un asunto "urgentísimo" o insisten en apremiarte tus compañeros para la liturgia cafeteril, lo más probable es que le sueltes la frase mágica que hace que el usuario se ponga hecho un bisonte y se marche pegando alaridos: "consúltelo con un abogado". Careto rojo en la pantalla, aunque exhibas unos modales propios de Madam Pompadur

Donde tenemos asegurada una buena cosecha de tomates es con la visita de ese grupo de conocidos ciudadanos adictos a la interposición de denuncias y demandas, irreales o intrascendentes jurídicamente. Estos yonquis procesales se muestran particularmente motivados para sacar de quicio al funcionario más equilibrado y pachorra, así que más vale en estos casos tomar alguna sustancia que permita aguantar el tostón con cara inexpresiva y asentir de vez en cuando. O sobornar a los del Servicio de Seguridad para que no les dejen entrar.
Además ¿alguien recuerda que se haya recogido alguna vez del buzón de la entrada una nota laudatoria del trato recibido? Claro que no. Pues apostaríamos a que los únicos que utilizarían la pantallita serían los cabreados, con o sin razón.

Por último, es nuestra opinión que el sistema se quedaría cojo sin una adecuada contraprogramación por parte del funcionario evaluado. Es un ser humano y es posible que determinados factores hayan influido en su conducta. Así, lo apropiado sería que éste contara a su vez con un terminal que le permita apostillar las opiniones negativas mediante emoticones que representen expresiones del tipo "Olía a chotuno", "No me he enterado de nada de lo que me ha dicho" , "Es lunes y tengo resaca" o "No he podido evitarlo, me recordaba a mí suegra"
2 Comentar:
Me gustaría felicitar al creador de esta página. Yo también soy funcionario de justicia, y disfruto mucho leyendo los artículos y relatos.
Lo que me toca un poco las narices es la sección de Berzotas, tan sesgada y partidista. Menudo fraude, parece una columna de La Razón.
QUÉ PASA CON TRILLO O CON FABRA.
Sí, berzotas hay en todas partes y además a patadas. Estaría bien que salieran todos...
Este blog es buenísimo. Con las historias de la olla y del jabalí creo que hasta lloré de risa.
Saludos!
Publicar un comentario