domingo, 3 de agosto de 2008

RELATOS DE VERANO 3



UNA ODISEA JUDICIAL


El ADVENIMIENTO DEL SEGUNDO IMPERIO PANHISPÁNICO. Año 2012, la gran crisis económica (“leve desaceleración”, según los documentos oficiales de la época conservados), energética y medioambiental provoca la abdicación o renuncia de todos los Borbones en pleno y el ofrecimiento por las Cortes de la corona al ex-presidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero. Este, al contrario que el General Espartero en el siglo XIX, que no la aceptó (“como voy a reinar llamándome Baldomero. Sería un pitorreo”) y empujado por su optimismo antropológico transige, lo que trae consigo la instauración de la dinastía Zapatera. El 15 de julio de 2013 en una ceremonia redentora-laica oficiada por el arzobispo Zerolo fue ungido de la más alta magistratura del Estado.
… pero el nuevo monarca estaba sin duda tocado por la baraka. Cuando más difícil estaban las cosas por el embargo petrolero de los países árabes (“paisa, si no nos devuelves Al´Andalus, no petróleo bonito y barato) un grupo de becarios de la Universidad de Zamora realizan un descubrimiento vital para la supervivencia de la Humanidad.
Basándose en la formulación matemática del funcionamiento del botijo y su paradoja científica (¿cómo puede enfriar el agua si no está enchufado a ningún sitio?), así como la Ley del Péndulo (“todo lo que cuelga, se menea”) dan con el método para producir energía limpia e inagotable…
… en pocos años la Confederación Hispánica se convierte en la primera potencia mundial, desbancando a otros países emergentes como China o la India, e inicia la explotación del espacio a gran escala…
… necesidad reorganizativa de la Administración Pública para cubrir las exigencias de las colonias exteriores.
… sin duda el gran hito de la Administración de Justicia es la implantación, a iniciativa del Ministro del momento D. Mariano Fdez. Bermejo, del TSJ de Marte. Siendo su primer Presidente D. …



MACROPEDIA
EN 200 PLASMALIBROS
Segunda edición ampliada

INSTITUTE OF TECHNOLOGY OF MASSACHUSSETS



2182

Galíndez bostezó ostensiblemente y enrolló con gesto aburrido el tomo de la Macropedia que había estado hojeando, preguntándose nuevamente si el sueldo compensaba los cinco años que se tenía que pasar congelado en el Juzgado Integral Desplazado del Espacio Exterior nº 523. De todas formas ya no tenía vuelta atrás. Dos meses atrás tomó posesión de su cargo de Tramitación Procesal en las dependencias judiciales de la José Luis I, la inmensa nave nodriza polifuncional de los Servicios Periféricos de la Administración del Estado para el Sector espacial H-56. Un cilindro de más de un kilómetro de largo poblado por miles de burócratas y cientos de androides expendedores de café, situada en órbita alrededor de Júpiter, lo que permitía tener a su alcance todas las colonias que estaban bajo su administración en un tiempo prudencial.

La Don Mariano, una de las naves adscritas al Ministerio de Justicia, era una auténtica chatarra. ¿Quién había dicho que los propulsores iónicos eran silenciosos? Lo serán los del cohetazo oficial del Delegado del Gobierno y que utiliza los fines de semana para ir a broncearse (él y esa rubia oxigenada que decía ser su secretaria personal) en las proximidades de Mercurio. Los de esta lanzadera desde luego que no. Desde que abandonaron la José Luis I, tres días atrás, aquello no paraba de vibrar y gotear aceite por todas partes. Eso sí, unos años atrás la habían dotado de un sistema que la permitía navegar de forma autónoma, sin necesidad de tripulación alguna. La perspectiva de tener que soportar aquello 3 meses más le ponía enfermo. El primer destino era Pepiño, en el Cinturón de Asteroides. Un peñasco de 300 Km. de diámetro con una colonia minera de unos 30.000 individuos al que le tocaba recibir la visita bimensual del Juzgado.

Con un chirrido que ponía los pelos de punta, se abrió la oxidada puerta del compartimiento y entró un sonriente Pericles. Éste era un tramitador regordete que llevaba 20 años en este Juzgado de mierda y parecía disfrutar de la vida funcionera exterior. Como siempre, llevaba colocado en la cabeza un proyector mental de libros.
—Joder tío, ¿cómo puedes estar tan feliz encerrado en este cubo de basura? ¡Maldita sea!, en la propaganda del Ministerio para el servicio del espacio aparecían unas naves coñudas y no esta birria. —dijo Galíndez con desesperación, y añadió— siete días aguantando esto y cuando llegas por fin al destino…. Vale, hay que trabajar un montón, pero uno espera en el periodo de descanso divertirse un poco. ¿Divertirse?... ¡ja!. Por ejemplo, el sitio ese al que vamos, no deja de ser un mojón flotando en el espacio habitado por un puñado de neandertales. Y las chicas... ¿cómo te va a interesar intercambiar fluidos con una tía que tiene los bíceps más gordos que las tetas y que cree que depilación es una grupo de New Rock? ¡Y así nos vamos a pasar los tres próximos meses!
—Siempre el mismo rollo con los novatos —contestó Pericles,— añorando la puñetera Tierra a pesar de que se ha convertido en una verdadera cloaca. Después de la última subida de los océanos están en los Juzgados como sardinas en lata y en cuanto al trabajo… ya te puedes imaginar…
—Por lo menos los de Albacete estarán contentos ahora que tienen la playa en la puerta de casa —Dijo Galíndez con recochineo.
El gordito hizo como si no lo oyera y continuó
—…la población vive apretujada y los políticos se han visto obligados a regular todas las actividades, hasta las más nimias, para evitar el caos. Ya te puedes imaginar el aumento de litigiosidad que esto ha traído consigo.
La conversación se vio interrumpida por la llegada del resto del personal.

Primero Merceditas, Gestora, una rubia estupenda simpatizante del Grupo Bibianista Combativo (GBC), una secta radical escindida de los movimientos feministas más ortodoxos. Es decir, que se tiraba a cualquier cosa del género masculino o asimilado, que caminara, reptara, volara o simplemente respirara, para luego dejarlo tirado hecho un guiñapo. Todo ello en venganza por los cinco mil años de dominación patriarcal. Por suerte, o por desgracia, tenía una norma inquebrantable: nunca con los compañeros de la oficina. Aunque en la vida del espacio las costumbres se relajaban, era conveniente en su presencia utilizar el metalenguaje políticamente correcto.
Luego estaba el Tramitador Sr. Petit, un tipo chepudo y cabezón, se supone que debido a la falta de gravedad y ese tipo de cosas, ya que era natural, de segunda generación, de una colonia gallega de Marte. Era un compañero simpático y agradable, aunque, otra vez la gravedad, debía padecer algún problema hormonal ya que tenía acaparado siempre el orgasmatrón instalado en la nave.
Finalmente, la plaza de auxilio judicial estaba vacante desde que la última señorita que la ocupó se asomó demasiado en un viaje anterior, justo cuando la nave pasaba rozando los anillos de Saturno. Aún se sigue buscando su cabeza. De forma interina la cubría el androide Simón, un cacharro descatalogado llenó de remiendos y equipado con un procesador de unos pocos tetrabytes. Necesitaba un ventilador para disipar el calor, así que ese roñoso montón de plástico y metal no paraba de emitir un desagradable zumbido. De todas formas, aunque su capacidad de raciocinio estaba un poco por debajo del orangután de Borneo, como sus únicas obligaciones según el reglamento era portear cosas, atender las llamadas, grabar los juicios con sus cámaras oculares y gritar audiencia pública, pues le bastaba.
Todos se sentaron ante sus consolas de trabajo y por unos minutos reinó el silencio.

Galíndez echó un vistazo a las causas que le correspondían en la pantalla holográfica tridimensional, una antigualla en la que todavía era necesario utilizar las manos para manejarla… juicios de faltas, reclamaciones de cantidad de poca importancia, notificar unas cuantas sentencias, cumplimentar unos exhortos y poco más. Un momento. ¡Vaya!, una causa de la Ley Aido. Esto sí era gordo. Leyó con atención el atestado policial.


Veinte días atrás fue detenido en la boite El Pinganillo, Amador Cifuentes, picador de primera, al detectar el sistema de seguridad QUETEVEO que tal individuo se encontraba realizando manifestaciones atentatorias a la dignidad e integridad de la femenina condición. Se le acusa de contar un chiste sexista en el que se hacía referencia, entre otras cosas, a las glándulas mamarias femeninas, y más concretamente, al volumen de las mismas y su estrecha relación con la capacidad craneal. En el Anexo I se especificaba que, tras consultar la Wikipedia, aparecía como autor del chiste un tal Chiquito de la Calzada, filósofo de finales del siglo XX y principios del XXI, fundador de la escuela desconstruccionista de Barbate.

Lo tenía crudo el tal Amador. Le podían caer diez años internado en el CREMAR (Centro de Rehabilitación Especial de Machistas Recalcitrantes) ubicado en esa apestosa bola de metano que era el planetoide De Juana Chaos.

Algo llamó la atención de Galíndez. Durante unos segundos no supo lo que era… y de pronto lo identificó: la Don Mariano había dejado de crujir como una vieja artrítica. ¡MOOOOOC…! La alarma resonó en toda la nave, haciendo pegar un brinco a todo el mundo, al tiempo que en el panel de control de la nave se iluminaban cientos de interruptores como en una feria pueblerina.



De los Altavoces surgía una melosa y tranquilizadora voz sintética: …esto es un aviso de urgencia del Ministerio de Justicia, su Ministerio amigo, para los funcionarios de abordo… ¡aléjense de puertas y ventanas, colóquense en fila india y en cuclillas formando un círculo, tápense la cabeza con los brazos, apoyando los codos contra el suelo… Cuando sientan el flash de la explosión termonuclear, den un beso al culo que tengan delante y díganse adiós…!
¡MOOOOC…!... esto es un aviso…

Como si fuera la hora del café todos saltaron de sus mesas, formando un semicírculo alrededor de la pantalla en la que parpadeaba un mensaje en grandes letras: NO RESPONDE EL PROGRAMA EMISOR DE HACES DE NEUTRONES. ¿CERRAR AHORA? AVISE A SU SERVICIO TÉCNICO HABITUAL.
… Cuando sientan el flash de la explosión…
Con cara de susto se unieron al grupo el Juez y la Secretaría, un par de pipiolos recién ingresados y que hablaban a los funcionarios de usted.
…culo que tengan delante y…
— ¿Alguien me puede explicar lo que está ocurriendo? —interrogó el Juez.
…¡MOOOOC…!... esto es un aviso…
— Pues según el ordenador que controla la nave, se ha escogorziado el motor iónico emisor de chicharrones… o algo así. —dijo con calma Pericles.
… para los funcionarios de abordo… ¡aléjense de puertas …
—¡Por El Supremo!, ¿no hay nadie que pueda hacer callar a esa tía? —exclamó el Juez.
Tras unos instantes de duda, todos se pusieron a pulsar botones como locos. Por fin alguien dio con la tecla adecuada.
—Bien, pues habrá que enviar un VMS a la Gerencia de la JOSÉ LUIS I para que nos envíen una grua echando leches. Tenemos un montón de señalamientos en esos asteroides de mierda y no quiero suspender ni uno… ¡ni uno!, ¿Me han oído?, pues en marcha —dijo con tono autoritario el Juez.
Los funcionarios, incluido la Secretaria, se miraron unos a otros con cara de estupor y sin decir nada, hasta que Pericles carraspeo y tomó la palabra.
—¡Ejem!... esto… vera, Señoría, creo que Vd. no se da cuenta la situación. Si no funciona el sistema iónico… pues, no tenemos energía para nada. Sólo para el mantenimiento de los sistemas más primarios de la nave, pero no para enviar un aviso a tanta distancia.
—De todas formas, tengo entendido que Vds. asistieron hace unos meses a un curso de formación sobre el funcionamiento de las naves —terció la Secretaría
—Más propiamente habría que decir que asistimos a un cursillo acelerado de 12 horas, suficiente para saber donde está situado el cuarto de baño o cambiar una bombilla de bajo de consumo, pero claramente insuficiente para reparar este trasto. Además lo hicimos en un simulador de una de esas nuevas naves de Hacienda de la serie SOLBES, nada que ver con una chatarra como esta. —dijo Merceditas con tono mosqueado —¡Ya me gustaría ver a mi a un técnico atómico de esos tan chulos, instruyendo un asunto como el del tortazo que se dio la nave de colonos De la Vega contra el transporte de mineral Chávez I, cuando se saltó el ceda el paso que hay a la altura de la constelación del Enano Saltarín! 150.000 ofrecimientos de acciones de nada. Pues eso se lo ventiló la nena ella solita.

—¿Entonces cual es la situación? —Preguntó el Juez.
Un incómodo silenció siguió a estas palabras, hasta que Pericles, que llevaba un buen rato consultando una pantalla, lo rompió con tono tranquilo.
—Pues sencillamente que si en doce horas no se nos ocurre algo, alcanzaremos el borde exterior de la Galaxia y saldremos disparados a la velocidad de la luz hacia…. el culo del universo.
Ahora el silenció sí que fue realmente silencioso.
—Con la venia de SSª —aquella voz andrógina hizo que todas las cabezas se giraran hacía su origen.
Era Simón. Nadie le había prestado atención durante todo ese tiempo y había permanecido sin hacer nada en una esquina.
—…la máquina de café express…
—Sí Simón, majo, ya sabemos que es la hora del desayuno, pero ahora estamos muy ocupados. Anda, ¿Por qué no porteas un par de cosas?... aquella mesa, por ejemplo —le interrumpió el Juez con una sonrisa condescendiente, mientras el resto soltaba unas risitas.
—Perdone vuecencia que insista pero, si no he entendido mal, necesitamos un pequeño impulso que nos permita girar unos grados la nave y así dirigirnos hacía algún mundo habitado. Creó que utilizando un sistema de combustión podríamos conseguirlo. —dijo el androide.
Aquel era el discurso más largo que se le había oído en sus 75 años de servicio.
—¿Combus…que? —exclamaron todos a coro.
Bueno todos no. El Sr. Petit se había escabullido hasta su querido orgasmatrón, decidido a disfrutar de él antes de que se le acabaran las pilas.
Durante un buen rato Simón disertó sobre la química de la combustión, que sí el vapor, que sí el carbono…
—… y haciendo una pequeña modificación en la cafetera, que no hace falta que les recuerde que es un verdadero monstruo capaz de generar 300 tazas por minuto, y colocándola en el compartimiento de popa sería suficiente.
—¡Un momento! Me ha parecido entender que para conseguir una combustión es necesario algún material… como el papel, pero desde hace un montón de años ya no se utiliza en la Administración de Justicia y todos los elementos de esta nave son ignífugos, así que estamos igualmente jodidos —Dijo Pericles, haciendo honor a su fama de aguafiestas.
—Perdóneme que disienta, estimado compañero, y con el debido respeto y a los solos efectos del legítimo derecho de defensa, le diré que en el compartimiento de carga llevamos una sustancia altamente inflamable… café. —respondió Simón.
Poniendo cara de sorpresa el Juez preguntó
—¿Cuánto café llevamos abordo?
—No sabría decirle con exactitud. Lo imprescindible para nuestras necesidades, quizás unas cuantas toneladas. Nunca se sabe lo que puede pasar, además, cualquiera se fía de lo que te sirven en los baretos de esos mundos de Dios a los que vamos. Lo mismo utilizan cagarrutas de rata. —le respondió Galíndez, mientras todos los demás asentían.
—¡Pues manos a la obra! —dijo Pericles—Pero antes ¿nos podríamos tomar un buen capuchino?, ya es la hora.


*********

Hace diez días que fueron rescatados por la nave chatarrera Alianza de Civilizaciones y tras reparar la Don Mariano, se encuentran cumpliendo sus funciones jurisdiccionales en un hediondo satélite de un no menos hediondo planeta del sistema de las Ceféidas. Galíndez dejó un momento de mirar los listados de delincuentes bípedos potenciales y dejó vagar su mirada por la estancia. Todos se encontraban concentrados en sus pantallas y en el ambiente flotaba, literalmente, una aria de la opera Julio César de Haendel. Simón no para de ir de un lado a otro de la estancia porteando cosas. Desde el rescate, a Galíndez le embarga una extraña sensación que no consigue identificar. ¿No se supone que una experiencia al límite siempre deja tras de sí algún tipo de enseñanza, de paradoja o incluso de moraleja? Pero por mucho que le da vueltas no consigue dar con ella. ¿Cuál será?

FIN

1 Comentar:

Anónimo dijo...

¡¡¡¡¡¡¡ Se te ha ido la olla chaval!!!!!!!!


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