domingo, 19 de abril de 2009

Hacienda o el repelente niño Vicente.

No es de persona bien nacida alegrarse de las desgracias ajenas, pero tengo que admitir avergonzado que la metedura de pata de los compinches Agencieros Tributariales en la elaboración de los borradores de las declaraciones de esta campaña me ha provocado, como diría Zerolo, orgasmos de satisfacción.

Todo tiene su explicación. Verán, durante la más tierna infancia ¿quién no ha sufrido la existencia de un vecinito o condiscípulo compendio de todas las virtudes? Y claro, este repelente niño Vicente era utilizado con asiduidad por tu progenitora para echarte en cara tus propias faltas. "Fíjate en Vicentito, en vez de marcharse después de merendar a dar balonazos al descampado o descalabrar gatos a pedradas, se queda en casa estudiando álgebra"... " y cuando acompaña a su mamá a visitar a alguna persona anciana se queda sentadito muy formal en una silla y sin balancear las piernas, no como tú que eres un rabo de lagartija"... "¡Ay!, qué rodillas de roña ¿qué has estado haciendo?, aprende de Vicentito, lo requetelimpio que va siempre" !Odio a Vicentito!

Uno puede suponer que la llegada de la adolescencia traería consigo una tregua en tal monserga. Pero no. Es probable incluso  que Vicentito haya desaparecido de tu vida pero, fruto de algún misterioso fenómeno, se habrá reencarnado o metamorfoseado en Arturito. Es decir, una nueva remesa de proyectiles para el fuego artillero materno. Ahora se ensalzarán esos horribles pantalones de pinzas que suele lucir el mameluco "tan planchaditos" y sus inmaculados polos, en desigual comparación con tus apolillados vaqueros (esos que tienes que esconder en casa de un vecino enrollado para que no te los tire mamá a la basura y con los que te has visto obligado a iniciarte en el arte de la costura) y tus amadas camisetas que un día fueron blancas. "¿Has visto que Arturito se ha echado una novia formal? Igualito que tú, con esas pelanduscas con las que andas" "Pero si esa tía es un loro, mamá" ¡Odio a Arturito!

Pasarán los años y nuevos Vicentitos y Arturitos aparecerán en tu vida. Ahora tu madre cuenta con un poderoso aliado: tu mujer. Así el catálogo de su bondades ajenas se amplia a nuevos horizontes: "Es capaz de dialogar con los hijos" "no se olvida de un aniversario" "cocina todos los fines de semana" "viste con madura elegancia" "mantiene el césped impoluto"... ¡Odio a esos don perfectos!



Uno pensaba que en la vida funcionarial, al menos, se estaría a salvo de esa plaga. Pues resulta que no. Que si "qué maravilla cómo funciona Hacienda"... que si "igualito que los Juzgados" que si "qué eficiencia tributaria"... Y cuando uno visita una delegación de la Agencia Tributaria le parece que allí huele mejor y, acostumbrado al gallinero de los Juzgados, se extraña al ver a los contribuyentes permanecer tranquilos y silenciosos como si asistieran a una misa de difuntos, esperando su turno. No sé si es obsesión pero... ¿la música que flota en el aire no es una suite de Bach? y ¿no parece que los funcionarios varones hayan hecho un pacto con el diablo para no sufrir alopecia? ¿ellas no lucen un cabello más sedoso de lo normal y aterciopeladas pantorrillas? Pero... ¿dónde están los polvorientos expedientes, los ordenadores antidiluvianos, las montañas de amarillentos papeles?

Al final, tantos años de padecimientos tienen por fin su recompensa. Exultante y vengativo grito los versos de Bob Dylan al viento

Había una época en la que vestías tan elegante
Arrojabas una moneda de diez centavos a los vagabundos
La gente gritaba, decía "ten cuidado muñeca, de la vas a pegar"
Ahora no hablas tan alto
Ahora no pareces tan orgullosa
Qué tal sienta estar sin hogar
Como una completa desconocida
Como un canto rodado?
¡¡MORDED EL POLVO, MALDITOS!!

P.D. Acabo de recibir un correo de un viejo amigo de la infancia participandome una mala noticia. Han tenido que recoger los sesos de Vicentito con una cuchara sopera de las paredes de su cuarto de baño. Parece ser que tuvo la ocurriencia de meterse el cañón de un Magnun 44 en la boca y disparar. Dicen los vecinos que, tras abandonarle su mujer, arruinarse y estar apunto de entrar en la cárcel por desfalco, andaba un poco mohino.

Definitivamente ¡Dios existe!

1 Comentar:

Funcionario's blog dijo...

Jajajajajaja

¡Qué mala leche! Me va a encantrar este blog...


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