jueves, 23 de abril de 2009

DÍA DEL LIBRO



Puede que no haya visto  atacar naves en llamas más allá de Orión, ni brillar rayos C en la oscuridad cerca de la puerta de Tannhäuser... pero yo he visto cosas cosas que vosotros no creeriais...


He visto arder Maracaibo desde el puente del galeón de el Corsario Negro y correr las cuádrigas en el Coliseo Romano. He viajado desde las profundidades del mar hasta las altas cimas de los Andes, desde el corazón de las tinieblas hasta el planeta Trantor...

He recorrido los bajos fondos de Los Ángeles con el Agente de la Continental y la Ruta 66 con unos poetas borrachos. He oído relinchare los caballos de la Brigada Ligera antes de su última carga y el tronar de los cañones en Waterloo...

He merendado tarta de jengibre con un niño gordo disfrazado, trepado a los árboles con Guillermo, el rey de los Proscritos, y distrutado de dos años de vacaciones en una isla perdida...

... y todos esos momentos no se perderán. Están en los LIBROS

(A Papá y Mamá. Puede que al final en casa no hubiera Scalextric, pero libros... ¡¡ESTABAN TODOS!!)

domingo, 19 de abril de 2009

Hacienda o el repelente niño Vicente.

No es de persona bien nacida alegrarse de las desgracias ajenas, pero tengo que admitir avergonzado que la metedura de pata de los compinches Agencieros Tributariales en la elaboración de los borradores de las declaraciones de esta campaña me ha provocado, como diría Zerolo, orgasmos de satisfacción.

Todo tiene su explicación. Verán, durante la más tierna infancia ¿quién no ha sufrido la existencia de un vecinito o condiscípulo compendio de todas las virtudes? Y claro, este repelente niño Vicente era utilizado con asiduidad por tu progenitora para echarte en cara tus propias faltas. "Fíjate en Vicentito, en vez de marcharse después de merendar a dar balonazos al descampado o descalabrar gatos a pedradas, se queda en casa estudiando álgebra"... " y cuando acompaña a su mamá a visitar a alguna persona anciana se queda sentadito muy formal en una silla y sin balancear las piernas, no como tú que eres un rabo de lagartija"... "¡Ay!, qué rodillas de roña ¿qué has estado haciendo?, aprende de Vicentito, lo requetelimpio que va siempre" !Odio a Vicentito!

Uno puede suponer que la llegada de la adolescencia traería consigo una tregua en tal monserga. Pero no. Es probable incluso  que Vicentito haya desaparecido de tu vida pero, fruto de algún misterioso fenómeno, se habrá reencarnado o metamorfoseado en Arturito. Es decir, una nueva remesa de proyectiles para el fuego artillero materno. Ahora se ensalzarán esos horribles pantalones de pinzas que suele lucir el mameluco "tan planchaditos" y sus inmaculados polos, en desigual comparación con tus apolillados vaqueros (esos que tienes que esconder en casa de un vecino enrollado para que no te los tire mamá a la basura y con los que te has visto obligado a iniciarte en el arte de la costura) y tus amadas camisetas que un día fueron blancas. "¿Has visto que Arturito se ha echado una novia formal? Igualito que tú, con esas pelanduscas con las que andas" "Pero si esa tía es un loro, mamá" ¡Odio a Arturito!

Pasarán los años y nuevos Vicentitos y Arturitos aparecerán en tu vida. Ahora tu madre cuenta con un poderoso aliado: tu mujer. Así el catálogo de su bondades ajenas se amplia a nuevos horizontes: "Es capaz de dialogar con los hijos" "no se olvida de un aniversario" "cocina todos los fines de semana" "viste con madura elegancia" "mantiene el césped impoluto"... ¡Odio a esos don perfectos!



Uno pensaba que en la vida funcionarial, al menos, se estaría a salvo de esa plaga. Pues resulta que no. Que si "qué maravilla cómo funciona Hacienda"... que si "igualito que los Juzgados" que si "qué eficiencia tributaria"... Y cuando uno visita una delegación de la Agencia Tributaria le parece que allí huele mejor y, acostumbrado al gallinero de los Juzgados, se extraña al ver a los contribuyentes permanecer tranquilos y silenciosos como si asistieran a una misa de difuntos, esperando su turno. No sé si es obsesión pero... ¿la música que flota en el aire no es una suite de Bach? y ¿no parece que los funcionarios varones hayan hecho un pacto con el diablo para no sufrir alopecia? ¿ellas no lucen un cabello más sedoso de lo normal y aterciopeladas pantorrillas? Pero... ¿dónde están los polvorientos expedientes, los ordenadores antidiluvianos, las montañas de amarillentos papeles?

Al final, tantos años de padecimientos tienen por fin su recompensa. Exultante y vengativo grito los versos de Bob Dylan al viento

Había una época en la que vestías tan elegante
Arrojabas una moneda de diez centavos a los vagabundos
La gente gritaba, decía "ten cuidado muñeca, de la vas a pegar"
Ahora no hablas tan alto
Ahora no pareces tan orgullosa
Qué tal sienta estar sin hogar
Como una completa desconocida
Como un canto rodado?
¡¡MORDED EL POLVO, MALDITOS!!

P.D. Acabo de recibir un correo de un viejo amigo de la infancia participandome una mala noticia. Han tenido que recoger los sesos de Vicentito con una cuchara sopera de las paredes de su cuarto de baño. Parece ser que tuvo la ocurriencia de meterse el cañón de un Magnun 44 en la boca y disparar. Dicen los vecinos que, tras abandonarle su mujer, arruinarse y estar apunto de entrar en la cárcel por desfalco, andaba un poco mohino.

Definitivamente ¡Dios existe!

miércoles, 15 de abril de 2009

HISTORIAS DEL FUNCIONARIADO CONTADAS POR SUS PROTAGONISTAS. Capítulo III: Directorium Inquisitoris


¡Ñiiiiic!... ¡chas!... ¡choff! Al inconfundible ruido de ligamentos y huesos al troncharse, le siguió una lluvia de sangre, tuétano y redaños que se esparcieron hasta una buena distancia. Afortunadamente soy perro viejo en estas empresas, así que previsoramente me había colocado con mis bártulos en una prudente lejanía.

Aún recuerdo cuando tuve que asistir a mi primer interrogatorio. ¿No se suponía que había que transcribir todo lo que dijera el penado? luego... ¿no había que colocarse bien cerquita para poder oír los  susurros que pudiera mascullar antes de desmayarse o sus últimas palabras de arrepentimiento, dichas entre estertores, justo antes de reunirse con Lutero en el infierno?

Me enternezco al evocar mi pristina y nerviosa entrada en la mazmorra luciendo un nuevo jubón de seda negra, birrete y gola recién planchada; colocando la mesa y la banqueta a escasa media vara de la soga donde se balanceaba boca abajo un mustio reo; ordenando pulcramente sobre aquella el candil, plumas, tintero, cuchilla, sellos, talco y pergaminos y sentado muy tieso y circunspecto a esperar que  alguaciles, verdugo y clérigos dieran por terminada la partida de julepe y decidieran comenzar la vista ¡En mala hora me arrimé en demasia! Al terminar la sesión estaba en el mismo estado que la actriz Sissy Speck en la película Carrie, tras tirarle Jhon Travolta encima el contenido de un odre lleno de sangre coagulada de cerdo. ¡Vive Dios! nunca hubiera imaginado que el Supremo Hacedor dotara a las criaturas corpóreas con tal panoplia de pegajosos humores.

Así pues, en este caso ni un pequeño pingajo de las entrañas de aquel desgraciado me alcanzó y contemple con fría mirada burocrática aquella trapisonda. ¡Si es que se veía venir! Resulta que el verdugo titular convalecía enfermo de garrotillo y la Secretaría del Corregidor resolvió remitir un interino que, para variar, no tenía ni idea de aquel negocio. De hecho su último ocupación había sido en un corralón de alfarería y, claro, no es lo mismo apañar un botijo o una tinaja que arrancarle con presteza las uñas a un hereje o estirarle hasta dejarle tal que pívot de baloncesto. No es de extrañar que al zagalón se le viera con más nervios que un filete de burra vieja.

Además, nadie molestose en instruirle que en la fase sumarial de lo que se trata es de hacerle pupita al procesado para que admita que es pecador y se arrepienta o, ya puestos, que recite el Cantar de los Cantares; pero todo ello sin llevarse por delante pie entero y cuarto del tobillo, que se disgregue el sujeto en tres pedazos o se le desprenda inopinadamente la espina dorsal. Si pasa esto, suele ocurrir que al pellejudo le de por morirse in continente y eso, lo del óbito, ha de quedar para el momento procesal oportuno.

No ha de extrañar, pues, que el Inquisidor pusierase hecho un Minotauro y menos mal que entre el licenciado Carrabús, Fray Bartolo, el cirujano-barbero de servicio y un servidor le pudiéramos sujetar, evitando así que introdujérale al bisoño verdugón un fierro candente por sálvese sea la parte.

¿Cómo iba a suponer el neófito torturador que a una criatura que se le ha hecho englutir 15 azumbres de agua con ayuda de un embudo, no se le debe alzar en la garrucha a más de tres varas de altura y dejarle caer de sopetón? Sobretodo si, a mayor abundamiento, lleva dos sacos de 5 arrobas de garbanzos atados a los pies; Que se puede reventar tal que una pompa de jabón. Sí, ya lo sé, lo especifica las ordenanzas, pero más le valdría al magistrado ir a cantarle las cuarenta al Corregidor y no pagarla con el novicio. Con el fin de evitar enojosa encuesta y fatigosos trámites levanté acta exponiendo que, en un descuido, el cismático suicidose golpeando la testuz contra un muro maestro.

Tras aquel desastre, que podría competir en nuestro ánimo con el de la Armada Invencible, marcháronse todos a un afamado ventorro que había a un par de cuadras de distancia, excepto el ex-botijero y un servidor, dejándome comisionado el Pesquisidor para que aleccionara a aquel en los rudimentos del negocio justiciero. Y a ello me dispuse, pese a no ser de mi incumbencia tal menester, sino de aquellos mismo que disponiánse a homenajear sus orondas panzas con el excelso jumilla que servían en la fonda. Vean vuestras mercedes que en esto, los tiempos no han mudado en exceso.

Más no había mucho que enseñar. Lo de la "escasez de medios personales y materiales" era ya de general aplicación en la justicia de la Monarquía Hispánica. Olvídense pues de sofisticadas mazmorras de muros móviles, misteriosos pozos con colosales péndulos afilados, complicados ingenios llenos de palancas y engranajes, sarcófagos de feminoides formas con aceradas púas y demás parafernalía. Aquello no pasaba de ser un mugriento corral atestado de viejos trastos que apestaba a vaca, gallinas y excrementos de rata, no muy diferente de los archivos de piezas de convicción de cualquier sede judicial de los presentes tiempos.

Respecto a los aperos propios del oficio, a los ya citados embudos y garrucha, sumemosles unas buenas sogas de esparto murciano, varios tipos de tenazas, un brasero y poco más. Habría que añadir la última adquisición, empeño modernizador personal del hasta hacía poco Supremo Inquisidor Mosén Bermejo. Trátase de un par de cabras, no más. Su utilidad consistía en maniatar al apóstata y untarle las plantas de los pies con grasa o sal, la cual era lamida por aquellas bestezuelas; siendo su lengua lo más parecido a una lija del siete, era algo digno de ver con que limpieza desollaban las susodichas extremidades. Se aconsejaba su uso también para las nalgas.

De mala gana comencé el pupilaje, y a tal fin, puse a disposición del frustrado torturador un manoseado y desencuadernado ejemplar del Directorium Inquisitoris para que se fuera familiarizando con el procedimiento. Quedome claro ipso facto que de latines no andaba muy ducho, puesto que tras observar durante un rato el ajado volumen con cara de becerro y la quijada inferior inclinada hacía abajo, pareció al fin encontrar el objeto y aplicación de aquellos pliegos; así, dándome las gracias, me lo retornó manifestando que ya había aliviado el vientre tras el desayuno.

Visto aquello, decidí dejar de lado la cuestión teórica y me dispuse a rebuscar entre montañas de mohosos cachivaches algún resto humano de cierta entidad u osamenta, propicios para realizar ejercicios prácticos. Quiso la fortuna que un cerdo de sonrosada corteza, regular tamaño y bizarros andares, confundiera su camino y entrara con aire despistado en la covachuela, decidiendo al punto utilizarlo para tales pericias. Le atamos las patas delanteras hacía atrás (lo que costó lo suyo, no crean), pasando la soga por la garrucha y le colgamos unos sacos con alubias a los perniles. Le elevé y le dejé caer cuatro o cinco veces, hasta que le quedó clara la técnica a mí discípulo. Seguidamente practicamos al uso de las tenazas y los tizones, en las que demostró tener una habilidad innata, por lo que pasamos prestamente al manejo del embudo. En este caso no pasó del aprobado raspado. Y así continuamos un buen rato.

Anunciaron El Ángelus las campanas de San Cucufato y redoblaron tras ellas mis tripas; presto propuse al educando que, en justo pago a mis paternales desvelos, desempolvara la faltriquera y se abonara magna frasca de tintorro amén de unas piezas de cecina, en el figón de la plazuela de las malas bestias. Sin más demora encaminamos nuestros fatigados pellejos a tan placentero destino.

¿Y cúal fue el sino del marrano? se preguntarán sus excelencias. Antes de nada, les diré en mi descargo que no hay en esta chancillería más raudo escribiente y más docto escribano conocedor de legajos, protocolos,  codicilios, memoriales, expedientes, cedularios, archivos y registros, pero con humildad cristiana he de reconocer que mi sapiencia del  sutil arte de sonsacar a los herejes es sólo fruto de una despreocupada observación. En suma, a la cerduna criatura hubo que recogerla con pinzas. ¡Ni para aviar morcillas valía!

Pero permitanme vuestras ilustrísimas que, antes de calarme el chapeo, mirar al soslayo y perderme por la abulense calle del cucadero, les brinde unos versos de un compadre llamado Juan de la Enzina, quizás apropiados para estos tiempos de crisis, muy dignos de ser leídos...  y oídos.




Todos los bienes del mundo
pasan presto y su memoria,
salvo la fama y la gloria.

El tiempo lleva los unos,
a otros fortuna y suerte,
y al cabo viene la muerte,
que no nos dexa ningunos.
Todos son bienes fortunos
y de muy poca memoria,
salvo la fama y la gloria.

La fama bive segura.
aunque se muera su dueño;
los otros bienes son sueño
y una cierta sepoltura.
La mejor y más ventura
pasa presto y su memoria,
salvo la fama y la gloria.

Procuremos buena fama,
que jamás nunca se pierde,
árbol que siempre está verde
y con el fruto en la rama.
Todo bien que bien se llama
pasa presto y su memoria,
salvo la fama y la gloria.



viernes, 10 de abril de 2009

La Gran Evasión.


¿ALO...?

Oíga... buenas tardes,  por favor, ¿podría ponerse el Sr. Astrit Bushi?
Mirëdita, ¿quien preguntarrr por él?

Verá, le llamamos de la gaceta Justicia News... de España, 
¡Oh! Spagnola  justicia... Astrit decir que ser cosa coñuda. Esperrrar una momento... ¡ASTRIT, CABRONAZEN, AL TELÉFONA! Quierrren hacerte interviu de periódica.
(....)
...Astrit al aparata, dígame.

Gracias Sr. Bushi por atendernos. Lo primero que queremos preguntarle es si es cierto que ya se encuentra Vd. fuera del país. Algunas fuentes le sitúan en Italia.
¡Y que cojona se me ha perdido a mí en la Italia!...

¡Hombre!, será Vd. consciente del revuelo que se ha montado con su ... ¡ejem!, digamos que poco ortodoxa puesta en libertad  y que la policía en pleno debe estar movilizada para echarle el guante.
¿Poca ortodoxo?, ¡eh brother!, yo salir  de  Juzgadas de Al-Acobendas con una papela que poner “queda en libertad”, así que no sé de qué  me está hablando. Además, ¿para qué esconderme? A españoles pasarles con  eslavos y balcánicos lo mismo que con los chinos. Todos parecerles iguales.

¿Podría decirnos qué sintió Vd cuando los agentes le quitaron las esposas y le dejaron libre?
Para qué  voy a engañarle, primero pensar que quitarme grilletes para poder ir a aliviar vientre; ser cosa mucho dificultosa asearse luego el ojete con esposos puestas. Ma luego que me dejaron solateras, quedarme más tieso que la momia de Enver Hotxa, a quien Stalin tenga en su gloria. Después recordé que en Semana Santa es costumbre liberar algún preso y me dije “Astrit, Jesús te ha hecho libre” De hecho, a punto estuve de salir corriendo detrás de los maderos y decirles que no me podían dejar allí tirado como una perra; que tenían que llevarme al talego para recoger el mio petate  o, por lo menos, darme pasta para taxi. Sin embargo  mi instinto de supervivencia me decía que, efectivamente, lo apropiado era salir corriendo... pero en dirección contraria a los guindillas. Hice caso a mi instinta. ¿Cree Vd que sí llamó a Sr. Directorr de prisión me mandarían mis cosas? Yo pago los portes. Sobretodo me gustaría recuperar chupa de cuero que regalarme antigua novia Nastasia. ¡Ah Nastasia! (suspiros), ¡vaya tía!... muy guapa... muy  limpia... ¡muy puta! 

Volviendo a la polémica de su puesta libertad y, siendo Vd. en un experto conocedor de los sistemas judiciales de varios países, ¿cree Vd. justificado el revuelo que se ha montado? ¿le parecen adecuadas las acusaciones de chapuza generalizada en la Justicia española?
¿Chapuza ser cosa mala?

Pues... sí
¡Ah! Yo pensar que ser rasgo distintivo de carácter española del que estar orgullosos, como los toros o la sangría. ¿cuando hace que no necesita llamar a electricista o albañila para reparación? Hace tres días atorarme los niños el retrete con una lechuga y tener que llamar fontanero y... amigo, tendría que ver tu el arreglo que  me ha hecho. Eso  sí que ser un crimen.

Háblenos de sus planes de futuro
Creo que voy a cambiar mis métodos de trabaja. Con crisis se abren nuevas perspectivas. Fíjese en la periferia de los pueblos y ciudades: donde antes crecían los cardos ahora hay interminables hileras de adosados y chaleses llenos de cocinas, calderas, radiadores, interruptores, grifos, inodoros, lavabos... ¿y cuantos de ellos habitados? Un par, quizás. No le voy a negar que así es más aburrida que entrar en  vivienda y machacarle la cabeza al propietario, pero creo que me estoy aburguesando. Si me lo permite le diré que es, en cierto modo, como hacerse funcionaria. Y por supuesto ir a firmar comparecencia apud-acta el día quince a Juzgado de Guardia, como dice Sr. Juez de Alcobendas en auto-papela.

¡No me joda!
Pues claro, no vaya a ser que me pongan en busca y captura. Además, yo convencida que firmar y largarme tan tranquilo.

Pues seguro. 

Imagen de Bushi obtenida por una cámara de
seguridad, justo antes de abandonar los Juzgados. 
Si reconoce esas nalgas en algún sitió, avise a la policia

lunes, 6 de abril de 2009

BERZOTAS DEL DÍA: Hoy, D. Mariano Rajoy.


Tras pasarse varios días evitando contestar a los gacetilleros que le preguntaban por los tejemanejes de altos cargos del PP con la panda de Correa, finalmente el Sr. Rajoy se pronunció sobre el asunto soltando una berenjena del tamaño de un sombrero mejicano: “...nadie podrá probar que Bárcenas y Galeote no son inocentes” ¡Hum...! ¿dos negaciones en una misma oración? la cosa apesta. Con independencia de las responsabilidades penales de estos individuos (caso de haberlas) o si hay o no financiación del partido (que parece que no), lo evidente es que son un par de golfos chupópteros y que no pueden seguir ocupando cargos de responsabilidad. Lo de la presunción de inocencia está muy bien para los procesos penales pero aquí se trata de otra cosa. Ya saben, la virtud de la  mujer del César.

Ahora, de lo que se va conociendo del asunto, nos ha quedado un par de cosas claras: Que el Correa ese lo que tenía en realidad era una red de compraventa de vehículos y lo molón entre los nuevos ricos es pagar a tocateja. Sí señor, lo cool es llevar un buen fajo de billetes manoseados y sujetos con una goma elástica en el bolsillo,  nada de tarjetas de crédito, transferencias y otras ordinarieces semejantes.


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